Decir, "tremendamente nerviosa "era poco para Carol. La verdad no tenía ni idea de cómo enamorar a Van Helsing y menos aún, a Velkan.
¿Que debería hacer? ¿Actuar seductoramente? ¿O como una flor frágil?
"Vlad, en que lio me metiste" aunque, por supuesto, no era la primera vez que pensaba en algo así.
De niños, ella y su primo se metían en problemas cada dos por tres. Y ella se defendía diciéndoles a sus padres y a sus tíos que la culpa era de Vlad porque era al mayor y se suponía que debía enseñarle el buen camino.
Sonrió, sin poder evitarlo. Esos si eran buenos tiempos. Tiempos que, de seguro, nunca volverían.
-Es un placer- se presentó, haciendo una reverencia.
"Qué estúpida. Según los nuevos sirvientes de Vlad eso ya paso de moda hace añares"
Entonces dio un paso adelante y les dio las manos a los tres hombres cordialmente.
Al momento de estrecharle la mano a Velkan sus miradas se encontraron. Azul y café.
Luego, recordó que Velkan ya la había visto, en el castillo de su primo. Rezo para que no la recordara, aunque había pocas polaridades de ello, pues el príncipe estaba débil, hambriento y deshidratado. Difícilmente desearía recordar a esa vampiresa.
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Atrapada entre las sombras
VampireTú por tu hermano. Le daré el antídoto y volverá a ser el de antes. Tienes un día para pensarlo, ni un segundo más. Después de la última campaña de media noche la maldición será irreversible. ¿Lo sabes, verdad?- y se inclinó hasta llegar a su cuel...