Capítulo I : Sombras

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- ¿Qué te ha pasado, por qué te sientes así? Vamos Pedro, no llores ¡Sé fuerte, tú puedes! No te rindas, intenta hacer todo lo posible por sentirte mejor contigo mismo y recuerda que las cosas cambian y siempre pueden ir a mejor.

Pedro repetía estas palabras en su mente mientras encerrado en su pequeña fortaleza, miraba de reojo su reflejo en un espejo, su rostro estaba únicamente iluminado por una pequeña luz. No se atrevía a mirarse directamenta, tenía miedo. Miedo de sí mismo, aquel no era él, no podía ser él.

-¿Qué ha cambiado, cómo has llegado a esta situación? Y tu sonrisa, tu preciosa sonrisa ¿Dónde la escondes?

Las preguntas inundaron ferozmente su mente, él no aguantaba más, no podía contener las lágrimas y como si de una cascada se tratase brotaron con furor de sus ojos, prestaba atención a cómo iban abriéndose camino por sus mejillas hasta dar por finalizado su rostro, de facciones marcadas y precipitarse por el acantilado del dolor, el dolor en el que se encontraba sumergida su alma.

Entre sollozos y arrastrando los pies por la falta de fuerzas, se acercó lo más próximo a su cama y se abalanzó sobre ella, allí permaneció llorando, inmóvil, hasta que sus lágrimas se desvanecieron y él, cayó irremediablemente en las garras de morfeo.

-¿Dónde estoy, qué es esto?- se preguntó.

Pedro se encontraba perdido, apenas podía vislumbrar lo que se encontraba a su alrededor, una tenue niebla bajo sus pies, entonces comienza caminando lentamente, mientras el corazón en su pecho se acelera, y el miedo comienza a invadir su cuerpo, acelera el paso gradualmente y prácticamente sin darse cuenta se encontraba corriendo a toda prisa, sin tener ni siquiera una dirección a donde dirigirse, por más que corría todo a su alrededor permanecía exactamente igual, pareciera que no se había movido ni medio milímetro.

Alzó su vista y el camino parecía no tener fin, de repente escuchó un ruido a sus espaldas, algo lo golpeó tirándolo al suelo, donde se retorcía de dolor. Elevó la vista y se encontraba rodeado de...¿personas? No, personas no. Eran... sombras, estas comenzaron a golpearlo sin cesar y su dolor comenzó a aumentar; acompañaban los golpes con insultos vociferados, risas y más golpes, de repente aparecio una nueva sombra,pero está no era como las demás su silueta femenina era distinta, derrochaba inspiración, deseo y fortaleza. La extraña sombra hizo un gesto y de un momento a otro ya no sentía nada. Habían dejado de golpearlo.

En un abrir y cerrar de ojos se despertó sudoroso produciendo un grito ahogado, y sin ni siquiera haberle dado tiempo a entender que había pasado, allí se encontraba un poco alterada Lucía, su madre, que al entrar en la habitación comprobó que su hijo estaba sano y salvo, se acercó a el dándole un fuerte abrazo que logró calmar sus nervios y los de su hijo, seguidamente se apartó de su cuerpo y mirándole a los ojos

-¿Qué te ocurre hijo?- preguntó.

Pedro tuvo que detenerse un momento a pensarlo y se dio cuenta de que todo había sido un sueño, un mal sueño, una pesadilla.

En apenas un audible tono de voz logró contestarle - nada mamá... solo ha sido una pesadilla. Lucía comenzó a decirle algo, pero no lograba verla está sumergido en sus pensamientos, no tenían suficiente con acosarlo y maltratarlo en su día a día, sino que ahora también se lo hacían en sueños, las cosas no podían ir a peor o eso pensaba él, pero había algo mas que llamaba su atención, aquella sombra especial ¿de dónde había salido? Era distinta como si no perteneciera a aquel sueño.

- hijo te estoy hablando deberías hacerme caso- dijo Lucía.-últimamente estás ausente ¿te pasa algo?- Pedro se quedó en silencio con la mirada fija en los ojos de su madre, el silencio comenzó a desesperarla y justo cuando ella hizo el ademán de proseguir con su discurso él comenzó a decirle algo, algo que ella no fue capaz de escuchar, pero Pedro al darse cuenta lo repitió- te quiero mamá es lo único que necesitas saber- desconcertante pero esto para Lucia era más que suficiente, no le preocupaba el malestar de su hijo, no se percataba de sus heridas y aunque Pedro no lo expresaba él había notado el cambio de actitud de su madre.

Lucía inició su salida de la habitación y justo cuando se encontraba bajo el marco de la puerta le dijo - todavía es temprano y puedes seguir un rato durmiendo pero recuerda que tienes que ir a clase, te dejare el desayuno preparado en la cocina antes de irme a trabajar-

Su madre cerró la puerta tras ella y Pedro sin coste alguno cayó nuevamente en un profundo sueño, esta vez sin incidentes.

Unidos en la soledad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora