Capítulo V : persecución y deseo

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-¿De qué me sirve comerme tanto la cabeza, si no voy a obtener respuestas a mis preguntas?- se preguntó Pedro mientras se encontraba tumbado en la cama.

Estuve varios minutos en silencio, pensando en todas las cosas que habían sucedido hoy. De repente escuché la puerta principal de casa cerrarse, así que me acerqué a la ventana. Desde allí, vi como mi madre se alejaba caminando por la acera con el mismo atuendo con el que había llegado a casa hace unas horas, no me paré a pensarlo, simplemente me decidí por seguirla. Necesitaba resolver un poco mis dudas.

Por suerte para mi, todavía no me había puesto el pijama y pude salir en seguida. El primer pensamiento que cruzó por mi mente es el de que existía la posibilidad de que mi madre a lo mejor tenía un amante o estaba conociendo a alguien. Mi padre desapareció sin dejar rastro hace ya varios años, y la verdad me alegraría si mi madre hubiera encontrado el amor pero... ¿por qué tanto secretismo? Aunque esto no explicaría el porqué del barro y la ropa.

Voy un poco alejado de ella y con mucho sigilo. No quiero que se dé cuenta que estoy aquí.

Después de unos veinte minutos caminando por un camino la mar de complicado, la verdad es que no logró ubicarme, no conozco está zona. En este momento me percato de que mi madre comienza a acelerar el paso, a la vez yo hago lo mismo para no perderle la pista; y todo esto mientras en mi cabeza estoy literalmente flipando por lo que esta sucediendo pero todavía alucino más cuando de la nada y "super rápido" aparece alguien con quien me choco. Resulta ser Cristina, mi profesora de cultura clásica. Esto me obliga a parar.

¿Qué hace aquí mi profesora a las doce y media de la madrugada? Es la primera vez que me encuentro con ella fuera del instituto ¿y tenía que ser en este preciso momento? . Me fijo en ella, en su piel bronceada que contrasta con su preciosa melena afro, su reluciente sonrisa, su atlético cuerpo, y aquellos ojos verdes que tanto me  gustan; veo que me mira esperando a que diga algo pero no se que decir así que digo lo primero que se me viene a la mente, pero en cuanto pronuncio la primera sílaba, ella me corta y empieza a hablar con una mezcla de dureza y amabilidad.

-Pedro que horas son estas de estar en la calle, encima tan lejos de casa. Mañana tienes clase.

-Ya...pero es que...-debía inventar una excusa que fuera convincente, ¿pero cuál? -mmm... es que estoy perdido, estuve en casa de un amigo y al intentar volver a casa sin darme cuenta he llegado hasta aquí

-Bueno no te preocupes yo te llevo hasta tu casa- en ese momento pensé en como estaba ella tan segura de saber dónde estaba mi casa, luego recordé que era mi profesora y eso lo sabía jaja

-¿Enserio? Cristina muchas gracias, me has salvado- me entran los nervios cuando veo que me mira fijamente a los ojos, como un niño mira a una piruleta. Con deseo.

Permanecemos así durante unos segundo hasta que ella vuelve a hablar

-buu...bueno- tartamudea- vamos que cuanto antes empecemos el camino antes llegaremos a tu casa

asiento y comenzamos a caminar, pero en ese momento me doy cuenta de algo muy importante que antes había ignorado ¡lleva botas! Y manchadas del mismo barro que las de mi madre, esto es un lio, ¿Dónde han estado mi madre y mi profesora? ¿De dónde ha salido cristina en este momento? ¿Por qué aparece justo cuando estoy siguiendo a mi madre?
Esto es una mierda, odio no saber lo que sucede a mi alrededor

Esta vez no he podido descubrirlo pero en algún momento cometeran un fallo y ahi estaré yo para descubrirlas.

Casi no hemos cruzado palabra en los 20 minutos del camino hacia mi casa, pero justo cuando estabamos frente a la puerta y en forma de desdepedida sus labios rozarón mis...mejillas, noté su suavidad y su delicadeza. Me quede de piedra a la vez que le daba las gracias por haberme traido a casa para después verla alejarse entre la oscuridad de la noche.

Unidos en la soledad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora