Capítulo 6

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Tengo que controlarme y sacar de mi mente todos esos pensamientos que amenazan con volverme loco. Dujun estará aquí en cualquier momento y yo sigo pensando en todo ese asunto de los vampiros. Lo sé, me estoy obsesionando. Cosa que no estaría pasado si no hubiera estado husmeando ayer entre sus cosas en primer lugar. Pero no tiene caso. Igual me lamentaría si no lo hubiera hecho teniendo la oportunidad, así como me lamento ahora que sí lo hice. Además, nada está claro. Dujun simplemente podría estar interesado en esas criaturas. ¿Cómo siquiera puedo llegar a cuestionarme que él sea uno?

Perdí mi cordura al llegar a Beast. Sí, eso debe ser.

Por tercera vez, me miro en el espejo del baño, el reflejo (obviamente) es igual que las últimas dos veces. Aunque sigo aquí, buscado inconformidades en el espejo, quejándome nervioso sobre mi aspecto. Para intentar calmarme, acomodo mi cabello hacia al otro lado, pero no me convence y lo dejo como estaba antes. Aliso mi ropa con las manos... y de nueva cuenta me acomodo el cabello.

¿Por qué estoy tan nervioso? Es decir, nos vemos todos los días, ¿cuál es la diferencia? Ni siquiera es una cita de real.

No lo es, Yoseob.

Me convenzo de que nada me servirá seguir allí y me alejo del baño.

Había estado tratando de mantenerme ocupado desde que me levanté para no caer en la expectación, pero ahora, en los minutos finales, la espera se hace cada vez más inquietante.

El corazón me da un vuelco en el pecho cuando escucho que tocan la puerta. El sonido es firme y en una secuencia de tres golpes. Sé que es él. No podría ser nadie más. Mi papá por suerte está trabajando y no está aquí en la casa, probablemente le daría un infarto si viera quien está del otro lado de la puerta esperando por mí. Bajo las escaleras con emoción contenida.

Me paro frente a la puerta y el golpe de nudillos se escucha desde el otro lado, de nuevo tres golpes. Me acomodo el cabello para el otro lado y abro la puerta.

Una estúpida sonrisa se propaga en mi rostro.

Dujun está tan... ¡putamadre! Lleva ropa deportiva y el cabello revuelto. ¡Revuelto! Es como si hubiera venido corriendo hasta acá.

–Buenos días, Yang Yoseob –dice en un tono sublime.

–Buenos días, señor Yoon –digo tratando de imitar su noto.

Dujun me sonríe, complacido. Y yo me tomo un momento para admirarlo, necesito conservar una imagen mental sobre esto. Me quedo sin aliento de solo verlo ahí, parado en el marco de la puerta, luciendo tan jodidamente atractivo.

–Llegas puntual –digo después de un rato, pero aun con el embobamiento.

–Normalmente, suelo serlo –contesta, de nuevo con ese tono en su voz que me parece tan atrayente.

Me muerdo los labios para no sonreír.

– ¡Cómo no!

Yo sé la verdad, Dujun.

Tomo mi sudadera del perchero y salgo junto con él.

–Deberías vestirte así para el trabajo –comento mientras cierro la puerta.

Dujun niega con la cabeza y hace un gesto de incredulidad.

Pongo los ojos en blanco. Necesitas mirarte en un espejo, Dujun, esto te queda. Mierda que sí.

En cuanto ponemos los pies en la calle, mientras salimos por un lado del jardín de hortensias azules, me entero de algo muy importante. Algo que no había visto antes por estar ocupado mirando únicamente a Dujun. Que, claro, tiene sentido, pero igual me siento un tonto por ignorarlo. Es un auto. Y no como el asqueroso "taxi" que tomamos en la estación. Es un auto de verdad. Lindo y lustroso y, por supuesto, de color negro.

Midnight SunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora