Hoy es el día. Después de tantos años de entrenamiento y formación, por fin voy a atravesar el portal. El portal que me llevará a la otra dimensión, La Tierra, el mundo que observaba en ese mismo momento a través de un pequeño amuleto que siempre llevaba colgado al cuello. Nuestra raza llevaba estudiando La Tierra durante siglos. Continuar la misión de nuestros ancestros y acabar con esos inmundos arquelios, era todo un honor para mí. <<Debemos evitar que nuestros enemigos se adueñen de la Tierra>> había dicho el gran jefe al comienzo de la guerra, hace ya un par de generaciones. Recordando las palabras de mi bisabuelo, me inundó la nostalgia. Nunca llegué a conocerle, pero aun así le respeto. Fue un gran guerrero, el mejor en aquellos tiempos. Era inteligente, rápido y ágil, pero no lo suficiente como para ver a aquel que le clavó la espada en el corazón. Un fallo que puso fin a su vida en la Guerra de las Razas. Su funeral y entierro ocupó dos meses de la vida de nuestro clan. Los ínfimos tenemos muchas costumbres, por eso los funerales de nuestros superiores son como rituales de espiritualidad para que su alma nos proteja por siempre.
Detecté una sombra que se acercaba con rapidez hacia mí, pero no me moví, esperando a que llegase.
-Al fin te encuentro. Vamos a llegar tarde. Todos nos están esperando en La Puerta.
La voz de mi mejor amigo, Alex, me trajo de vuelta a la realidad.
-Solo estaba pensando... ¿Sabes? estoy preparado para matar a todos esos inmundos arquelios. Voy a vengar a mi bisabuelo y a todo nuestro pueblo.
-No dudo que puedas contra todos los arquelios del mundo, Calen, pero no te voy a dejar solo -me dijo Alex, poniendo una mano sobre mi hombro- estamos todos contigo.
-Lo sé, lo sé.
-Además recuerda que, esto va a ser solo un entrenamiento. No podemos dejarnos ver ante los humanos. Así que no vamos a poder matarlos desde que los veamos.
-Lo sé, pero... No sé si voy a poder controlarme, Alex. Tengo sed de venganza desde hace tiempo, vas a tener que ayudarme. Confío en ti.
-Claro. Te ayudaré. Si tengo que atarte las manos para no encontrar cadáveres con el cuello roto por las calles de Londres, lo haré -me prometió con una sonrisa.
-Eso no servirá. Sabes perfectamente que podría matarlos sin usar las manos.
Alex iba a responder cuando uno de los sirvientes de mi padre, el actual jefe, apareció para avisarnos de que teníamos que acudir cuanto antes a La Puerta.
-Se solicita la presencia de Calen Hunter y Alex Olsson para comenzar la misión de exterminio de arquelios en el mundo de los humanos -dijo como si fuera una máquina. Acto seguido se dio la vuelta y se marchó por donde había venido.
-Ve tú, aún tengo que despedirme de Amanda.
-Venga ya tío, vas a estar dos días fuera. ¿Tanto te necesita? -dijo riendo.
Ahogué una carcajada- Ya sabes, es mi prometida. Debo tenerla en cuenta y hacer que se sienta bien.
-¿Eso te ha dicho? -dijo esta vez riendo más fuerte- Siempre lo he pensado. Las mujeres acaban con tu vida.
-No me des sermones y vete al punto de encuentro. Dile a Cedric que estoy ahí en cinco minutos -dije riendo yo también.
-Está bien, está bien. Te esperamos. -dijo con una última sonrisa.
Salimos a la vez de la habitación, pero tomamos caminos diferentes. Y caminando por los pasillos, volví a sumirme en mis pensamientos.
En un mes tendría lugar mi boda, y no creía estar preparado. Tenía claro que Amanda causaba algo en mí, me hacía sentir bien. Pero nada más. Me gustaba, era mi amiga, pero no la quería. Sin embargo, mi padre debe abandonar el trono alguna vez en su vida, aunque la simple idea le ponga enfermo. Le encanta gobernar, poner su culo gordo en su gran trono de cuero negro, y dar órdenes. Sobre todo dar órdenes. Esto no significa que no sea un buen líder. Es el mejor gobernante que ha tenido el clan de los ínfimos, después de mi bisabuelo.
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Liberación
FantasyKeyla y Melody, son dos hermanas que viven su vida con total normalidad pero que descubren un gran secreto ¿qué pasaría si realmente no fueses humana? todo cambiaría, ¿verdad? Una historia vista desde cuatro puntos diferentes. *Una mirada basta para...