-¡Despierta, Mel!
No, me negaba a levantarme.
-¡Mel! -gritó Derek zarandeándome para que me despertase- Keyla está abajo preparando tortitas, Melody.
¿Tortitas? ¿Había oído bien? En ese caso... No. No quería levantarme. En cuanto saliera de la cama, todo el mundo empezaría a prepararse, con prisas y despistes. ¿Y por qué? Hoy es nuestro primer día de instituto. Papá se tomaría su café mientras leería el periódico que habría recogido del buzón, mamá se prepararía rápidamente para dirigirse a la oficina, y mis hermanos y yo iríamos al nuevo instituto de Londres. No quiero enfrentarme a eso. No me gusta el primer día de instituto. Profesores nuevos, clases nuevas y gente nueva. No quiero llegar y que todo el mundo me mire por ser la novedad. ¿Qué van a pensar de mí? A veces me gustaría poder desaparecer, escapar de aquellos que no conozco. Mi hermana siempre me dice que da igual lo que la gente piense de mí, que lo que importa es lo que yo piense. Y entiendo que una no puede estar pendiente de lo que los demás digan, ni dejar de hacer las cosas que le gustan porque los demás opinan. Pero, simplemente, soy muy tímida.
De nuevo, la voz del pesado de mi hermano hace que casi se me rompa un tímpano.
-¡Melody! -gritó tan fuerte en mi oído que de verdad pensé que me había quedado sorda- ¡Tienes que levantarte ya, o llegaremos tarde!
No me quedaba más remedio... Intentando controlarme y no gritarle también al enano, me incorporé y bostecé cansada.
-Déjame en paz, ya me levanto -dije quitándome de encima a Derek al ver que se echaba sobre mí para que me levantara de una vez.
-¡Venga, Mel! Levántate ya. Vamos a desayunar. Vamos a llegar tarde. Tenemos que ir a clase. Tengo hambre. Levántate Mel -seguía diciendo Derek.
-¡Vete ya! -dije al ver que empezaba a saltar en mi cama- Bueno, pensándolo mejor... -le agarré por las piernas, le tiré sobre la cama, y empecé a hacerle cosquillas en la barriga. Pegó un grito, y al instante apareció mi madre por la puerta para ver qué pasaba.
-¡Mamá! -dijo Derek aliviado- ¡Mamá, ayúdame! Dile que pare, ¡por favor! -pidió sin parar de reír.
-No, enano. Es tu castigo por saltar en mi cama -dije divertida. Continué haciéndole cosquillas, y rompió a reír de nuevo. En ese momento apareció mi padre, con una toalla blanca envuelta en su cintura y una barba blanca de espuma de afeitar.
-¿Qué eftá pafando aquí? -preguntó atragantándose con su cómica barba. Todos nos echamos a reír, pero entonces me acordé de algo. Aquí faltaba alguien. Keyla.
-¿Y vuestra hermana? -preguntó mamá cuando dejó de reírse, leyéndome la mente.
-Está abajo, cocinando -dijo Derek.
-¿Co-cocinando? ¿Keyla e-está cocinando? -preguntó sorprendida mi madre.
La verdad es que no me extrañaba. Mi hermana Key, nunca cocinaba. Siempre se le quemaba todo. Hace años empezó a aficionarse por la cocina, y mi madre se emocionó bastante. << ¡Al fin no seré la única que os dé de comer en esta casa!>> exclamó alzando los brazos cuando se enteró. Sin embargo, no salió como esperábamos. La última vez que mi hermana cocinó algo, la alarma de incendios se activó y los vecinos llamaron a los bomberos pensando que había un incendio. Recuerdo que aquel día no pude parar de reír cada vez que me cruzaba con Keyla. Por eso dejó su afición por la cocina y comenzó a dibujar. A veces la veo sentada en los escalones del porche, intentando dibujar los árboles o las calles, intentando dibujarlo todo. Un día me dijo que, de esa forma podía distraerse, pensar en sus cosas, tener nuevas ideas, imaginar historias maravillosas y lugares fantásticos. Ella no lo sabe, pero cuando la veo así, siento pena por ella. Me da la sensación de que, dibujando, se escapa a otro mundo totalmente diferente del nuestro. Un mundo alegre donde ella se siente feliz, pero al que yo nunca podría llegar. Yo no me considero una persona infeliz, y creo que ella tampoco. Tenemos unos padres que nos cuidan, un hermano divertidísimo y una amistad que nos une aparte de ser hermanas. Y me siento afortunada por ello.
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Liberación
FantasíaKeyla y Melody, son dos hermanas que viven su vida con total normalidad pero que descubren un gran secreto ¿qué pasaría si realmente no fueses humana? todo cambiaría, ¿verdad? Una historia vista desde cuatro puntos diferentes. *Una mirada basta para...