Capítulo 4: Visiones

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La cabeza me daba vueltas, aún me sentía muy aturdida, pero tenía que evitar que mi padre se diese cuenta, no podía enterarse de nada, no después de lo que estaba pasando, nada de esto era normal, y tenía demasiadas cosas en la mente como para concentrarme en una sola. Primero mi pesadilla... ¿Qué significaba todo aquello? Una parte de mí no dejaba de pensar que nada de esto era real. Pero mi otra mitad se negaba a olvidar lo que había visto y sentido. Después estaba ese horrible dolor de cabeza que apenas me deja pensar con claridad. ¿Tendría algo que ver con la pesadilla? La aspirina ya debería haber hecho efecto. Y luego ese símbolo. ¿Por qué iba a tener yo eso en el cuello? Yo nunca me había hecho un tatuaje, ni siquiera había pensado en la posibilidad de tener uno. Confusa, recordé que Derek había dicho que brillaba. Desde luego, ya no podría pasar nada más raro, o al menos, eso espero. Lo mejor sería que hablase con mi hermana, para descubrir qué demonios estaba pasando.
- ¿Pasa algo chicos? -papá se giró sorprendido hacia nosotros- Estáis muy callados...
- Es porque estamos nerviosos -dijo Melody, que ya había quitado la mano de la boca de Derek- Es el primer día de clase, es normal que estemos así ¿no? -dijo volviéndose hacia nosotros, pidiendo ayuda con sus enormes ojos azules. Mi hermano y yo asentimos en silencio. Cada vez que movía la cabeza una punzada de dolor me taladraba las sienes. Tenía que salir de allí, tenía que estar sola y relajarme. No conseguía pensar con claridad. Incluso me había quedado sin apetito. Observé, de nuevo, la tortita que tenía delante Melody, con el dibujo que se suponía que yo misma tenía.
- Voy a vestirme. No quiero llegar tarde, y menos el primer día. Vosotros daos prisa también -dije mirando a Derek y señalando a Melody. Me levanté y me dirigí a las escaleras que daban al segundo piso.
- Pero, si casi no has comido hija -dijo mi padre mirándome algo sorprendido.
- No tengo hambre, de todas formas, ya comeré algo más tarde -dije quitándole importancia, al salir por la puerta de la cocina,me tropecé con mi madre.
- ¿A dónde vas tan rápido? Ah, ya entiendo lo que pasa. Has quemado el desayuno y ahora huyes de la verdad, ¿no? -dijo ella divertida.
- La verdad es que Derek no ha dejado de babear con las tortitas que tenía delante -le dije forzando una sonrisa- Voy a prepararme -le di un sonoro beso en la mejilla y aceleré hasta las escaleras. La cabeza seguía dándome vueltas, intentar aparentar tranquilidad estaba siendo un trabajo más duro de lo que había pensado.

Subí rápidamente por las escaleras, agarrando la barandilla para evitar caerme. Entré en el baño y cerré la puerta, abrí el grifo de agua fría y me mojé la cara. Mucho mejor. Me miré al espejo, y vi mi cara muy pálida. Me recogí el pelo en una coleta alta, y giré el cuello intentando ver la marca en el espejo. Nada. No había nada que pudiese resultar extraño en mi cuello, ni en mi nuca. ¿Se suponía que era una broma? Recordé la cara que había puesto Melody cuando Derek dijo lo de la marca. Muy pocas veces la había visto con esa expresión. Pero yo no veía ningun símbolo ni mancha que estuviese fuera de lo normal. Me giré varias veces más. Resoplé soltandome la coleta y saliendo del baño, me metí en mi cuarto, y me desplomé sobre la cama, dejando las piernas colgando, y mirando al techo. Necesitaba relajarme un poco. Tenía que concentrarme en algo para poder dejar de pensar en todo eso. Me fijé en las estrellitas que estaban pegadas en el techo de la habitación. Recuerdo que cuando era pequeña me daba miedo la oscuridad, y mis padres las pusieron para que se iluminasen durante la noche hasta que me durmiese. Aún no las había quitado, a pesar de que ya no tenía miedo, aunque me gustaba que estuviesen ahí, me daban un poco más de seguridad. Quién iba a pensar que una chica de diecisiete años iba a tener estrellitas que brillan en la oscuridad, en el techo de su cuarto. Melody se enfadó con mis padres al enterarse de que su hermana iba a tener estrellitas brillantes en su cuarto y ella no, al final tuve que compratir unas pocas con ella. Sonreí al recordar nuestra infancia. Noté que mi mente se iba despejando poco a poco. Bien, era hora de vestirse para ir a clase. Resoplé. Vaya día el que me esperaba.
Abrí mi armario y revisé toda mi ropa. Me puse unos vaqueros grises y una camiseta blanca ajustada con un dibujo negro en el centro. Volví al baño y acabé de arreglarme, al salir me topé con unos enormes ojos azules.
- ¿Qué tal Key? -me preguntó Melody. Me sorprendí, parecía que por primera vez ibamos a llegar temprano al instituto. Ya estaba totalmente lista. Llevaba una blusa suelta blanca, con pequeñas cintas rosas, una falda corta gris oscura, medias, una chaqueta negra y una bufanda rosa pastel que parecía muy calentita.
- Bien. Mejor que antes, la verdad. ¿Mamá ya se ha ido? -dije mirando hacia las escaleras.
- Sí, hace rato -dijo con aire despreocupado mientras se miraba en un espejo, que estaba colgado en el pasillo, y se ajustaba la chaqueta para que quedase bien con la bufanda.
- Vale. Y Derek, ¿está preparado ya? -giré la cabeza buscandole.

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