Nuevas amistades

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— ¡Chicos, será mejor que se levanten o llegaran tarde al primer día de clases! —la voz de su madre se escuchó venir desde la planta baja.

Ambos muchachos se revolvieron en sus camas con desgano. Era el feliz comienzo de otro año escolar, nótese el sarcasmo. Con tan solo pensar en las tareas, trabajos y exámenes que tendría Gerard quería saltar por la ventana. Se levantó con pesadumbre de la cama sintiendo al instante el frío matutino en su piel descubierta, otra razón para volver a la calidez de su colchón, pero no podía hacerlo. Se dirigió hacía la cama de su hermano, pues ahora ya no tenían literas sino camas separadas, una colocada estratégicamente junto a la otra para que cabiesen en la ajustada habitación.

— ¡Arriba, Mikey! —gritó en el oído del menor. El antes nombrado soltó un gemido y se cubrió la cabeza con sus sábanas de Star Wars, en un intento de eludirlo.

— Quiero doormir —se quejó este con voz dormida.

— Oh, vamos. No me obligues a tener que sacarte de la cama —advirtió con diversión a su hermano. Al no recibir respuesta de su parte, puso en práctica su plan maestro para hacerlo levantar, algo que nunca fallaba con él; las cosquillas.

— ¡No! ¡Apártate, bestia gorda! —rió Mikey, ahora bien despierto e intentando librarse del martirio que le daba su hermano mayor. Tal como la Kryptonita era la debilidad de Superman, las cosquillas siempre habían sido la suya y Gerard lo sabía muy bien. Este no lo dejaba en paz, se dedicaba a atacar sin piedad sus puntos débiles; sus axilas y abdomen. Después de que se desencadenase una lucha de vida y muerte entre ambos, Mikey está vez fue más hábil y logró hacerle una especie de llave para derrocarlo y hacerlo caer en la cama de bruces. Rápidamente procedió a mantenerlo allí subiéndose a su regazo y sujetando sus muñecas por encima de su cabeza— Te tengo bajo mi poder, hermanito —logró decir, agitado por todo el movimiento.

Gerard sonrió, también respirando con dificultad. Su pálido torso se encontraba descubierto debido a que no acostumbraba a usar camiseta para dormir, solo un par de bóxers. Mikey, por su parte, aún usaba un pijamas demasiado infantil que su madre le había comprado al negarse a aceptar que su pequeñín estaba creciendo. Tenía doce años por todos los cielos, no quería un pijamas de Barney, pero su madre no lo escuchaba. Gerard había madurado bastante en los últimos años, había perdido casi todos sus rasgos de niño inocente y ahora era mucho más alto que él. Pero Mikey no se quedaba atrás, también había crecido de sobremanera, quizás un poco más de lo que le gustaría, pues ahora parecía un espantapájaros con extremidades desgarbadas. Se había visto obligado a llevar lentes debido a que sin ellos estaba igual de ciego que un topo, fácilmente podría caminar directo hacia un pozo sin darse cuenta y morir. También tenía que llevar consigo un inhalador debido a su asma, al parecer, había heredado todas las cosas malas de sus padres. Desearía ser igual de fuerte y apuesto que Gerard.

Salió de sus confusos pensamientos cuando Gerard lo atrapó desprevenido y ahora era él quien estaba atrapado bajo el peso de su hermano. Se encontraban tan cerca que podían sentir el aliento del otro y observar con detenimiento la escala de colores de los ojos similares. El rostro de Gerard era tan bonito que jamás se cansaba de mirarlo, podría hacerlo todo el tiempo durante toda la eternidad. Y entonces este lo besó y su corazón dio un vuelco, al igual que todas las otras veces que compartían mimos. Los labios de Gerard eran tan deseables que lo convertían en una adición para él, de la misma manera que Mikey sabía que los suyos lo eran para Gerard.

Mikey buscó profundizar el beso y obtener más de eso, ni siquiera sabía lo que hacía con exactitud, pero le gustaba lo que sentía en su interior y la cálida sensación en su entrepierna. Pero Gerard se separó de él ante los intentos del menor por pasar a otro nivel, el jamás podría obligarlo a hacer nada que no quisiera, sobretodo cuando aún era demasiado pequeño para esas cosas. Compartieron una sonrisa a pesar del puchero de Mikey por la falta de cercanía. En esa misma posición los encontró su madre.

Dear brother ↠ WaycestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora