El diario de un pensamiento

Capitulo 3. Reflexión

-Se te va hacer costumbre venir a este lugar en medio de la nada- solté ladina- ¿A caso te ha gustado al fin el blanco?

El chico suspiró

-¿Qué tal va tu comienzo?

-A parte del terremoto de ayer, nada importante.

-¿Terremoto?

Asentí.

-Creo que cuando me ayudaste a salir, no sacaste mi yo totalmente... o eso creo

-No lo creo...

-Además, dime... ¿Alguien como yo puede encontrar la felicidad?

-La felicidad es subjetiva

Chisté los dientes y creo que hice un puchero.

-No eres justo

-¿Te han dicho que hablas demasiado?- preguntó mirándome de soslayo, para luego enfocar la vista en... la nada, otra vez.

-Empiezas a fastidiarme

-Empiezas a tomarte todo muy a pecho... mi otro yo te hubiese dicho que cerraras la boca y que no te tomaras tan en serio todo lo que digo.

Volví a suspirar.

-De todas maneras ¿Qué le ves a este sitio tan solo? ¿Qué pasó con el color?

-El color a veces aburre y la nada lo es todo.

Miré en la misma dirección en la que él hacía y me di cuenta que realmente, el color era aburrido, pero necesario, como un huracán de emociones innecesarias y sin sentido, todo es nada y nada es todo.

Así como mi mente.

Mantenerla en blanco lo fue todo para mí por muchos años pero después de no creer en mí, confié en alguien que no era yo misma y terminé cayendo al vacío.

Cuando todos me dieron la espalda, él me dio una mano.

Ahora creo que todo lo que digo a veces no tiene sentido y que tal vez, sólo tal vez, toda mi existencia no sea más que mera basura en un mundo de cloacas.

Pero él, sería la lluvia que todo lava... o eso quiero pensar.

¿Por qué hallaría paz en un mundo que se autodestruye a sí mismo?

¿Acaso al final de la destrucción llega algo nuevo?

-Regresa a tu realidad- ordenó aquel- Tu mente está tranquila, ya me hago cargo del resto- continuó levantándose de su sitio y sacudiéndose sus ropas negras.

Hice un puchero inconscientemente.

Hacerle caso a él me va a traer muerte segura...

Esperemos que nada malo salga de este sitio.