El suelo bajo mis pies tembló al momento en que aquel vestido de negro hizo que la tierra naciera y ésta tuviera consciencia propia, haciéndola atacar al que vestía de blanco.
-¿Quién eres? - le pregunté un poco aturdida.
-Me llaman por muchos nombres- contestó el que me apretaba contra sí - pero... puedes llamarme como quieras
-Liam - solté sin pensar - Eres Liam
Aquel sonrió ladino y pegó su frente a la mía.
-Seré entonces Liam... el que protege y te sirve.
Abrí mis ojos de más, ¿Qué era él de mí?
-Soy tu parte más fuerte- contestó leyéndome el pensamiento.
La tierra aún se movía con violencia, el de blanco trataba de esquivar el dominio que Liam tenía sobre mí, sin éxito.
¿Quién era el otro?
-Hakai... destrucción... y es, mi hermano gemelo - soltó dándome un pequeño beso en la frente - Espera aquí ¿vale?
Asentí llevando mis manos tras mis espalda.
¿Era capaz de matar a su propio hermano con tal de protegerme?
La pelea más cruel de mi existencia se llevó a cabo frente a mis ojos.
La luz del fuego que tenía muchos colores envolvió a Hakai, el suelo lo mantuvo prisionero, Liam había jugado con él, destrozado y humillado como si a cualquier ser del planeta lo denigraras a la mierda, al suelo, al infierno mental de todas las cosas malas que has hecho.
Él era mi mejor amigo, mi protector y mi demonio favorito.
Lo amaba.
Al darme cuenta de ello, supe que él era todo lo que yo añoraba ser, tener la suficiente fuerza para poder destruir y crear, desear y amar, no sentir pena por las personas que fueron malas conmigo o ser buena protección para quienes más me necesitaran, él siempre estuvo encerrado en lo más profundo de mi corazón y aún así...
Sigue vivo.
Sigue dándome clases.
Pero sobre todo, sigue siendo mío.
No sé cómo expresar el bienestar y la paz que sus palabras me brindaron, eran todo lo que siempre quise escuchar de alguien real... de alguien querido, que supiera ver a través de mí.
Pronto la pelea tendría un giro inesperado.
Aquel llamado Liam gritó mi nombre y que corriera.
No supe a donde, no supe al final porqué llegué a ese acantilado, sólo para que un rayo negro me perforara el corazón y de mi naciera una tercera silueta, que me empujó al vacío.
Allí vi una figura parecida a la mía, que comenzaba a cambiar su forma por una parecida a la de Liam.
Sólo ví esos ojos rojos y esa boca sonreír ladino, mientras yo caía al vacío.
Pero aquel Liam saltó conmigo, me tomó de la cintura, hizo que de su espalda nacieran un par de alas negras, grandes y con un aura aún más oscura que la del tercer ser que nació de mí, amortiguando el golpe final al... ¿Agua?
No recordaba que aquel lago quedara en ésta parte del abismo.
Me llevó a la orilla, me ayudó a secarme, y vio en mi pecho una cicatriz en forma de rayo.
-Tenemos que regresar a tomar el control - fue lo único que dijo.
ESTÁS LEYENDO
El diario de un pensamiento
Fantasy¿Qué pasa en la mente de alguien roto? ¿Qué sucede si al final no hay salvación? ¿Puede... un simple pensamiento salvarte de la perdición?