Capitulo 5. Siento todo

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Si quieres volver... si quieres hacer, sólo chasquea tus dedos... sólo mira todo a tu alrededor, cómo todo toma forma a tu manera, a tus deseos, a tu naturaleza.

Grité como loca.

Había creado un castillo al término del bosque, una playa a lo lejos, todo conectándose por naturaleza pura e inquebrantable.

-Mira, pero si has progresado mucho- comentó el chico sonriendome de manera pícara.

El cielo estaba despejado.

Pero aún encontraba todo muy solitario.

-Necesita algo que lo habite- comentó un poco pensativo- ¿Tú que piensas?

-Algo... ¿Que lo habite?

Asintió.

-Animales, personas...

Sonreí.

Últimamente me sentía más como yo misma, que las calles de la misma ciudad a los pies del castillo se llenaron de gente.

Puestos

Libre alberdrío.

-Eres una excelente estudiante, pronto ya no me necesitarás

-¡Te equivocas! - chillé

-¿Eh?

-Yo...-me sonrojé, mierda, ¿Qué era esto? ¿Qué es lo que siento?

-Tú...

-Nada- solté caminando hacia la playa, pero a lo lejos, hacia el lado contrario, el sitio en blanco seguía formando parte de mi vida...

pero ya no recordaba casi nada del origen del vacío.

¿Quién lo propició? ¿Quién me lanzó al vacío?

¿Es cierto que yo... resbalé?

-Te empujaron- interrumpió aquel como si leyera mis propios pensamientos.

-En realidad, tengo acceso a toda tu mente- sonrió pícaro

-¡Acosador!- solté y corrí hacia la playa sin detenerme.

Pero al llegar, la hermosa vista del crepúsculo se llevó mis altibajos de una manera muy cálida, tanto, que lágrimas sin sentido aparecieron en mis mejillas.

-Creaste un castillo, un bosque, una playa... pero no un lugar para que tu vivas cómoda-comentó el que vestía de negro estando ya a mi lado.

-¿Cómo hago eso?

-Piensa, ¿Cómo visualizas tu final?

Llevé mi dedo a mi mentón en signo de ponerme pensativa, pero al final negué con la cabeza.

-No tengo idea

-Vamos a ver... ¿Cómo piensas vivir?

Y gracias a aquella pregunta, una casa apareció de la nada a nuestro lado.

-Ahora creas sin darte cuenta, interesante- sonrió llevando sus manos a sus bolsillos.

-Eres cruel ¿Lo sabías?

-Me lo dices todos los días- llevó sus dedos índice y medio a la curvatura de mi nariz y me "torturó" como a un niño pequeño- Pero me agrada que lo digas.

-¿Porqué?

-Acabas de aprender a vivir con tu demonio interior. Ahora- hizo una pausa- No te enamores de mí.

-Eres un egocéntrico, jamás lo haría, además, eres una parte de mí, según tú... eso lo hace narcisista.

Aquel me sacó la lengua y caminó hacia la casa, abrió la puerta y se giró.

-¿Qué? ¿No vienes?

Sonreí ante su oferta y le seguí.

El maldito me cae bien.

El diario de un pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora