Domingo. 10.

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-Qué tal guapa?-Su voz resplandecía.
-Sinceramente, liada, enfadada y con pocas ganas de hablar. Pero siendo tu hago una excepción.- Contesté alegremente.
-Sabes que puedes hablar conmigo como si fuéramos de toda la vida.- Me dijo transmitiendo confianza.
-Ya sabes que para mi no es difícil hacer eso. Pero...por teléfono...
-Yo también había pensado en...- Dijo John con voz cálida.
-Vale, entonces quedamos ¿no?- Dije cortante.
-Claro Eli, me encantaría verte.
-Perfecto...mmm mañana tengo instituto pero después estoy libre, me pasas a buscar por la tarde y vamos a una cafetería de al lado, ¿te parece?
-Cualquier sitio es bueno, allí nos vemos.
-De acuerdo, adiós John.
-Adiós Eli.

Me encantaban esas despedidas, en las que yo decía su nombre y él el mío, sonaba dulce pero tajante. Fui algo diferente a como es la Eli normal, no me ande con muchos rodeos, lo que más quería era verlo. Y eso hice. Además ya era hora.

De nuevo sonó mi teléfono, qué pasaba ese día. Esta vez era Eric, seguro que me quería dar la charla sobre lo ocurrido antes con Diego.

-¿Eli? ¿Estás ahí?
-Claro Eric, dime.
-Creo que deberías quedar con Diego y hablar.- Respondió como si de una obligación se tratase.
-Entiendo, quieres que vaya detrás de el como hago siempre para intentar que cada vez que nos enfadamos sea un poco menos cabezón, ¿es eso?- Contraataqué cansada.
-No, no es eso. El quiere hacerlo. Pero sabes lo orgulloso que es y nunca te lo va a decir, pero es lo que quiere.
-Si de verdad lo quisiera lo haría, llevamos desde que entré al instituto juntos, estoy a punto de cumplir 17 y en estos años no he visto un ápice de interés por arreglar nada.
-Joder Elisabeth! Hablas de que el es cabezón como si tu no tuvieras las cosas entre ceja y ceja siempre. Ya está bien, no voy a hacer más de mensajero, si quieres arreglar las cosas lo haces y si no así estaremos siempre. Tengo que colgar. Ya dirás...
-Adiós.

Diego cada día me sorprende más. Es mi mejor amigo y a la vez también de Eric así que normal que se preocupe por él, pero a veces se pasa. Bueno...es cierto que los dos dijimos cosas que no venían al caso, así que decidí llamarlo a ver que quería.

-Hola, no voy a pedirte perdón sin antes explicaciones, así que te he llamado para pedirtelas y no acepto un no. Así que en media hora ve a la plaza que hay debajo de mi casa y hablamos.
-...

Colgué. No contestó. Pero se que oyó lo que le dije y tenía la mínima esperanza de que iría al lugar citado.

Tras media hora, cogí mi bolso y me acabé de arreglar ya que luego había quedado con Blanca para hablar. Ese día sin duda gasté más saliva que en mis proyectos del instituto.

Me senté en un banco. Las 7:00 de la tarde. Nadie aparecía. 7:12 al fin vi la cabeza de Diego viniendo hacia mí.

-Ey al fin apareces.-Dije ya empezando con mal pie.

-Bueno qué quieres, tengo partido.

-¿Que qué quiero? De verdad Diego tu no cambias eh.

-Mira, si te dije todo aquello es porque lo pensaba. Cierto que no tuviste mucho tiempo de contarme lo del tío ese, pero...

-¿Pero qué Diego? Crees que para mi es fácil que todo el mundo espere cosas de mí, que siempre sea yo la que tenga que ir buscándote, vale que no me importa porque eres mi mejor amigo pero cualquier tipo de relación es cosa de dos y ya me he cansado. Sabes que soy igual de cabezota y orgullosa que tú y aún así me lo haces pasar mal. Estos últimos días casi ni me has mirado.

-Lo siento, no puedo.-Dijo titubeante.

-¿El qué no puedes? Mirarme a la cara cuando te hablo por ejemplo estaría bien.

-No puedo seguir haciendo como que no pasa nada. Mira Eli yo te aprecio muchísimo como amiga y sabes que daría lo que fuera por verte sonreír, pero de verdad creo que lo mejor es que dejemos de ser amigos.

-De qué narices me estás hablando, ¿quieres acabar con todo? No entiendo nada de verdad.-Dije sin poder contener las lágrimas, quería tanto a ese chico...

-Adiós Elisabeth. Yo...yo siempre he intentado...

Y se fue y con el todos los recuerdos. Había perdido a mi mejor amigo y ni siquiera podía ir tras el, estaba paralizada y a la vez alucinada. No entendía nada. Estos últimos días no hemos hablado nada y es porque yo tengo la cabeza en otro sitio...en John concretamente. Es la única excusa que se me ocurre pero no como para acabar con una amistad de 5 años.

Con los ojos llorosos fui al bar de la madre de Blanca, quien me afirmó que Diego no estaba allí.

-Hola fea, ven sientate, ¿qué quieres?- Me dijo Blanca con su típica sonrisa.

-¿Que qué quiero? Un abrazo no estaría mal, con hielo por favor.-Dije sarcástica pero triste.

-Venga, cuéntame.

Le conté todo lo sucedido con detalles y ella, simplemente suspiró.

-Mi hermano es...
-Idiota.-Terminé la frase.
-Sí, pero le entiendo.
-Entender qué, nadie es claro conmigo y estoy hasta las narices.
-No está bien que sea yo quien te lo diga.
-Decirme el qué. Mira yo se que me quiere, que me quiere muchísimo. Hemos vivido juntos lo inexplicable y le tengo mucho aprecio, aún recuerdo cuando en primero se me murió el hámster, yo aún era una cría y lo pasé fatal jajaja. Él me escribió un cuento de una princesa y un caballero y...

-¿Y sabes quién era esa princesa y ese caballero?

Un silencio inundó la sala. Mis ojos se humedecieron de nuevo y yo...yo no daba crédito a lo que por fin había encontrado respuesta.

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Hola de nuevo! Ya está aquí el esperado capítulo, espero que os guste como siempre, está todo hecho con mucho cariño. Por fin tenemos la chica que será la imágen de Elisabeth en la novela, DANIELLE CAMPBEL. Disfrutad como siempre. Gracias por seguir ahí. Besitos.

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