(O22)

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–Ok, _____ vas a contestar todo lo que te diga, ¿bien?–Me tomo bruscamente de la barbilla. Asentí sin miedo alguno, tendría que esperar si algo quería hacer.

Pero sabia que algo no estaba bien en mi, sentía que las ojeras en mis ojos se estaban haciendo presentes, sentía coraje, pero más que coraje algo muy raro, como si fuera a matar a alguien pero lo hiciera con gusto.

–¿Por qué mataste a mis padres?.

–Yo no mate a tus padres–Dije sería, mirándolo.

–Yo te vi, tu eras la qué acechaba mi casa por las noches–Dijo lleno de odio.

–Pues no sabía, me gustaría saber como los mate–Sonreí levemente, dirigiendo mi mirada a su cara.

–Te llevaste todo de ellos, todo.

Después algo en mi había reaccionado, el Jikininki.

–Se lo merecían–Dije mirándolo.

–¡Claro que no!

Me había ganado una bofetada y comencé a reír.

–Por supuesto que si, ellos mataron a tu pequeña hermana, yo solo vengo por almas egoístas, como la tuya y la de tus asquerosos padres–Lo volví a mirar.

–Un día te escuche decir que teníamos que vivir con gasolina, eso estoy haciendo–Me tomó de nuevo de la barbilla violentamente.

–¿Crees que yo tengo que vivir con gasolina?–Lo miré a los ojos.

–Probablemente, pero esta vez ya no podrás hacerlo–Me soltó y se puso de espaldas a mi, sosteniendo su peso con las manos recargadas en una vieja mesa de madera.

–Sabes, yo creí que eras más inteligente–Al decir eso con fuerza ya me había soltado de las ataduras y estaba detrás de él.

–¿Qué...?–Dijo cuando me miró.

Tomé fuertemente su cuerpo y hice lo mismo que hizo el conmigo lo ate a la silla con mucha más fuerza. Mire al rededor y vi varios botes llenos de gasolina, me iba a quemar viva. Al igual me di cuenta que era una casa vieja de un solo piso, también estábamos a las afueras de la ciudad o eso creía yo.

–Tus padres son tan estúpidos, al igual que tu–Dije tomando una foto que tenía. La saque del marco y azote el marco en el suelo.

–Cállate–Susurró.

–Ibas a quemarme, vaya...

Antes de hacer algo guarde la foto y busque un encendedor.

Comencé a rociar por todo el lugar la gasolina, hasta en el, lo hacía con malicia.

–Nos vemos en el infierno–Dije antes de salir de ahí.

Rocíe de gasolina por fuera de la casa, escuche sus gritos de súplica, pero ya era tarde.

Saque la foto de mi sudadera y la miré, toda una familia feliz, con un padre alcohólico, una madre sumisa, un hijo mal agradecido y la pequeña he inocente niña.

Prendí la foto y la lance hasta el fuego, me di media vuelta antes de irme y baje la cabeza.

–Creí que querías vivir con gasolina–Dije al levantar la cabeza y sonreír maliciosamente.

Running low [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora