Esperanza (Final)

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Él se encontró en su mente, en un lugar sumamente fascinante pero no tenía idea de nada, ni de cómo terminó allí. No lograba ver absolutamente nada con sus ojos, solo podía sentirlo todo.

Y luego recordó, que saltó para acabar con su vida, cuando de forma inesperada escuchó una voz imponente e impecable, con gran lírica y carisma.

—Suficiente... ahora yo intervendré aquí, te daré dos opciones muchacho. Que la conozcas a ella una vez más o no lo hagas, sólo tú sabes de cual forma acabarás con ella... Confió en ti, para que tomes la decisión acertada, esta vez, por última ocasión.

Su voz se desvaneció.

...

Y él regresó una vez más, al sitio de partida, de dónde conoció a Marie.

Levantó su cabeza y la vio allí, en aquel sitio, leyendo su libro en aquella noche fría y mágica de París.

Estaba tan hermosa y maravillosa como siempre. Él tenía unas ganas inmensas de abrazarla para nunca volver a soltarla, pero ya había tomado su decisión...

En aquel momento se sintió el hombre más afortunado del mundo, al verla una vez más en el mismo día que tuvo el placer de conocerla. Y siendo así, fue corriendo hacia ella con todas sus fuerzas.

Cuando Marie ya estaba partiendo de ese lugar, escuchó que venía corriendo un chico hacia ella.

Se hizo la que no le importaba, aunque sentía una rara sensación.

Él llegó y colocó su mano sobre el hombro de Marie, que volteó con lentitud.

—Hola... ¿me podrías dar un minuto para contarte todo?

—Dale está bien.

Ella aceptó, pero jamás lo haría a un extraño... a no ser de que sentía algo muy especial que brotaba desde su interior.

—Sé que no me conoces Marie, pero lo que te voy a decir es que... ¡te amo! ¡te amo y te amaré siempre! y sé que te parecerá loco y es lo que pensarás, pero no importa... ve, viaja por el mundo, busca a un gran hombre, a uno que te quiera con todo su corazón así como tanto quieres Marie. Recuerda de nunca dejar de sonreír a los demás porque esa sonrisa tuya vale mucho, tanto de lo que ni tu misma te podrías imaginar, te quiero mucho.

Después de aquellas palabras, se acercó para darle un beso en la mejilla, a lo que Marie le detuvo con el dedo entre sus labios y le respondió con sonrisa:

—No lo necesito...

Él sonrió alegremente y se alejó caminando lento... para luego colocarse triste.

Marie se encontraba conmovida con la escena, y ni siquiera vio la necesidad de preguntarle cómo sabía que se llamaba Marie, solo no lo hizo... porque sintió que muy dentro de ella se le había olvidado algo muy importante. Pero estaba segura de que así es la vida, a veces sabes que no puedes evitar lo que el corazón quiere sentir... Y cuando él estaba muy lejos, Marie gritó muy fuerte:

—¡¡¡Oye tú!!! ¿¡Cómo te llamas!?

Él se detuvo disimulando su tristeza, volteó y respondió:

—¿Cómo me llamo? Ah si, yo me llamo... Axel... ¡Axel Young!

—¡Nunca lo olvidaré!

Y Axel conmocionado hasta el alma, se le colocaron los pelos de punta, porque era exactamente lo mismo que él le dijo a ella. Y le respondió en voz baja, llorando desconsolado.

—Yo también Marie, nunca te olvidaré...

Y se fueron por caminos separados... para nunca volverse a encontrar.

Saltando al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora