7. Encuentro sangriento

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-¡Esto es maravilloso! -Exclamó Kath mirando a su alrededor mientras caminábamos.

No pude más que rodar los ojos ante aquél comentario. Se notaba de lejos que estaba fingiendo completamente, sin ir más lejos el día anterior había estado quejándose de que había muy poca civilización en el sitio y que le gustaría que nos hubiésemos mudado a Nueva York y ahora de repente le encantaba todo lo natural de aquello. Aunque Clay no la conocía como yo, por lo que no tenía forma de verlo.

-La verdad es que sí aunque al llevar tantos años viviendo aquí ya no me parece tan maravilloso como al principio. -Le contestó y se giró hacia mí. - ¿Y a ti qué te parece todo?

-La verdad que es muy... relajante. Parece que no exista nada más allá de todo esto, me gusta eso. -Fuí totalmente sincera.

-Bueno, al menos el lugar va ganando puntos para quedarte. -Sonrió.

Le miré con una sonrisa burlona. Si pensaba que con un lugar bonito todo estaba ganado se equivocaba rotundamente. No pensaba dejar ir mi libertad así como así.

-Aunque lo cierto es que mas allá de todo esto sí que hay mundo, un mundo con lugares hermosos que podría visitar. Soy libre, no rindo cuentas a nadie que no forme parte de mi familia. -Contraataqué mientras continuábamos caminando sin rumbo, por lo que me gané una mirada de reproche por parte de mi amiga. Ella definitivamente quería que me quedase allí.

-Nosotros podemos ser parte de tu familia. -Su mirada era sincera en su totalidad, incluso le había dado la sensación de que ciertamente la tratarían como si fuesen familia.

-¿Y renunciar a viajar y descubrir mundo? Vivir donde quiera, ir donde quiera, ser lo que quiera... Lo siento pero no.

-Nadie dijo que formar parte de la manada fuese estar en una cárcel, podrás ser lo que quieras en el lugar que tú elijas serlo, ninguno de nosotros te lo impedirá.

-¿Ah sí? ¿Y por qué siguen tantos aquí? Incluso tú. Si es cierto eso que dices, ¿por qué no te has marchado ya? Debería ser fácil coger la maleta e irte, ¿no? -Empezaba a perder la paciencia. Me cansaban las conversaciones tediosas y mi paciencia era delicadamente escasa.

-Por la familia, al fin y al cabo somos lo que tenemos, ¿no crees? - Se paró y me miró con una delicada sonrisa que, extrañamente, me conmovió.- Seguimos aquí porque queremos, porque para los que permanecemos no hay nada mejor que estar rodeado de otros como nosotros, aunque también hay muchos que partieron buscando su propia felicidad en otra parte, formaron familias lejos de aquí, tienen su propia vida... Aunque siempre acaban regresando tarde o temprano y aunque sea de paso. Al fin y al cabo somos una manada. 

No supe qué responder ante aquello,  ¿qué podía decir? Jamás pensé que estuviesen por decisión propia, sino por un deber para con la manada. Así que simplemente me quedé allí plantada mirando sus claros ojos sin poder decir más.

-Podrías seguir enseñándonos todo esto Clay. -Kath intentó llamar la atención de nuevo hacia sí agarrándose del brazo de él y le incitó a continuar andando. Decidí que lo mejor que podía hacer era seguirles desde algo más atrás mientras observaba todo con mis auriculares y la música.

Ciertamente los terrenos eran bastante amplios y un poco más hacia el interior del bosque se encontraban varias casas de madera. En aquella parte vimos a varías personas que paseaban, niños que jugaban, o familias que se entretenían entre ellos. Algunos miraban hacia mí con interés en sus miradas, por lo que supuse que no estaban acostumbrados a recibir visitas nuevas y ajenas a la manada.

Decidí ignorar aquello ya que empezaba a incomodarme un poco, así que me centré en mi música mientras veía a mi amiga agarrarse más aún si podía al brazo de Clay que miraba alrededor distraído mientras esta no para de hablar, o al menos eso supuse ya que no paraba de ver como movía la boca pero no la oía. Volví mi vista a aquel lugar. No podía negar que era hermoso y que cada rincón de ese pequeño paraíso me estaba cautivando, pero no me dejaría ganar así como así. 

The Big Bad Wolf must dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora