2. El principio del fin.

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-¿Crees que funcionará? Apenas te lo has leído.

-Por quinta vez, sí Kath saldrá todo bien.

Mi mejor amiga me dedicó una mirada de preocupación. Lo cierto era que no había ensañado apenas nada del trabajo y en diez minutos nos tocaba exponer, así que intentaba concentrarme todo lo posible y memorizar lo que pudiera rápidamente.

Minutos más tarde oímos como el profesor nos llamaba desde la tarima.

-Señorita Prior y Wellinort su turno, dense prisa por favor.

Nos levantamos de nuestros asientos y nos dirigimos hacia donde se encontraba el profesor para comenzar la exposición, a pesar de que no tenía ni idea de lo que iba a exponer. Por si colaba agarré los papeles para echarle un vistazo de vez en cuando.

He de reconocer que Kath hizo la mayor parte y que incluso me ayudó en muchas de las mías, a pesar de mis esfuerzos incluso el profesor se había dado cuenta de que yo no tenía ni idea de todo aquello.

-Muy buena presentación Wellinort, cómoda y sencilla pero a la vez con fundamento. A diferencia de su compañera, Prior, que no sabía absolutamente nada de lo que estaba diciendo , bueno, intentándolo mejor dicho. A pesar de ello, ambas están aprobadas, aunque la que mejor lo ha hecho tendrá mejor nota, ¿entendido? -Nos miró por encima de sus gafas.

-Sí, por supuesto. -Contestamos a la vez. Lo cierto era que mientras estuviese aprobada no me preocuparía.

-Ahora lárguense, la clase ha acabado.

Recogimos nuestras cosas y salimos tan rápido como nos fue posible para poner rumbo a nuestras taquillas. Una vez allí, empezamos a preparar todo para la siguiente clase cuando, de repente, oímos un golpe muy fuerte. Giramos a ver qué estaba pasando ya que todo el mundo miraba en la misma dirección pero nadie se movía y vimos a Jack Gullivan estampando contra las taquillas a Derek Trenor, un chico sencillo y tranquilo al que a Jack le encantaba intimidar.

Derek estaba aún en el suelo en shock por el golpe tremendo que se había llevado, pero a pesar de eso Jack seguía con su bravuconería diciendo no sé qué.

-Como decía, un mierda como tú no va a defenderse. ¿Qué podrías hacer? ¿Hacerme cosquillas con tu débil fuerza? -Se burló.

Aquella escena me encendió, y mucho más aún el hecho de que todos mirasen a aquel pobre chico pero ninguno era capaz de ayudarle. Cuando quise darme cuenta ya estaba agachada al lado de Derek para ver si se encontraba bien.

-Derek, ¿estás bien? ¿Puedes levantarte?

-Por lo que veo tienes un perrito faldero al que le das pena. Espero que no me dures lo mismo que él. -Le señaló riéndose.

Me levanté y me encaré con él, cosa que no esperaba por mi parte ya que su cara detonaba sorpresa.

-Tócame un pelo y te arranco cada dedo que tengas uno a uno, para que no puedas volver a tocar a nadie, ¿lo has entendido? -Mi mal humor iba en aumento y si no paraba pronto aquello no acabaría bien.

-Pero si el perro faldero tiene garras. -Me agarró un mechón de pelo de la cara y se acercó para susurrar. - A ver si esta noche cuando te pague vienes a mi casa y me muestras en mi cama el mismo carácter.

Aquello fue la gota que colmó el vaso. Agarré su mano y la apreté mientras oía como crujía cada hueso al romperse, ni siquiera tuvo tiempo de quejarse ya que lo sostenía por el cuello en volandas contra las taquillas. La rabia ardía dentro de mí como si fuese a escaparse por cada poro de mi piel. Solo pensaba en arrancarle la cabeza a ese engreído.
Se oyó un sonoro gemido por parte de los observadores de los que, para ser sincera, me había olvidado totalmente.

The Big Bad Wolf must dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora