Capítulo 12 Lo destruiste

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El olor a tocino y panqueques hicieron que me levantara y me metiera a bañar para poder disfrutar de lo que, imagino, hizo Jared. Él es el único que cocina aquí, entonces es obvio. En otras circunstancias me hubiera parado y volado a la mesa para comer, sin importarme que, seguramente, tendría las mejillas con saliva seca, todo el cabello despeinado y con mal aliento. Pero en vez de hacer eso, que relativamente es poco higiénico, he decidido darme una ducha ya que tengo un tremendo dolor de cabeza.
«Las malditas cervezas de ayer» pienso, mientras me paso las cuchillas por las piernas y axilas. Odio esto, debería ir a Safeway y comprarme alguna cera depilatoria y así no tendría que hacer esto cada cuatro días. Pero ¿A quién engaño? Duele hasta el alma cuando te jalan los malditos vellos.
Al terminar de depilar parte de mi cuerpo, me enjuago el tratamiento que he comprado para mi cabello decolorado. Siento que ya lo tengo muy maltratado, pero aun así me resulta difícil cortarlo.
Cierro la llave de la ducha cuando acabo y envuelvo mi cuerpo y cabello en una toalla negra. A pesar que tengo mucho dolor de cabeza y que apenas he dormido cinco horas, me encuentro raramente de muy buen humor.
Quizá el tocino y los panqueques me han levantado el animo.
Veo mi juego de lencería que hace mucho no uso, y comienzo a ponérmela. Es bonita, pero no suelo usar encaje, casi siempre son mis boxers para mujer y algún sostén que convine con éste.
Siento mi piel un poco sensible cuando me visto con mis pantalones de mezclilla, y eso se debe a que acabo de depilarme.
A veces me gustaría ser hombre y todo sería mucho más sencillo... un hombre gay, por supuesto.

Salgo del baño ya vestida y me dirijo a la cocina para comer algo. Tengo una maldita hambre atroz que me tragaría un caballo entero.
Puedo escuchar de fondo el solo de guitarra de Welcome To The Jungle canción de Guns N' Roses.
Genial.
Está claro que el que se encuentra cocinando no es Jared, sino Andy...
¡Andy! Tiño mis mejillas de un rosa intenso al recordar lo que hice anoche. He olvidado el beso de ayer por completo, ¿Es raro que me sienta avergonzada cuando antes me hubiera importado una mierda?
Respiro hondo y me animo a entrar por esa puerta marrón que cuanta la cocina. Y efectivamente... Andy está cocinando panqueques y lo mejor de todo esto es que no tiene playera ¿Cautivara a todas como lo hace conmigo? Únicamente lleva puesto sus pantalones del pijama dejándome claro que no hace mucho que se levantó, a pesar que es la una y cuarto de la tarde.

—Buen día –saluda él al verme y me regala una de sus muy hermosas sonrisas. Le regreso el saludo y busco en el refrigerador el jugo de naranja que ayer no me tomé.
—¿Dormiste bien? –trata de establecer conversación conmigo. Parece igual de indiferente que yo, no comenta ni se porta raro sobre lo que pasó ayer y mentalmente se lo agradezco.
—He dormido bien, pero tengo mucho dolor de cabeza –comento mientras doy un pequeño sorbo a mi jugo.
—Quizá tienes hambre ¿te gusta los panqueques?
Asiento. Pero claro que me gustan. Él sonríe y me pone un plato con huevos revueltos, dos tiras de tocinos ya fritas y una torre de tres panqueques con jarabe de Arce sobre ella. Mierda, no recuerdo haber tenido un desayuno como este en toda mi vida. Se me hace agua la boca con tan sólo olerlo.
Me siento en la barra para comenzar a darle orgasmos a mi paladar y dos minutos después se me une Andy con un plato igual que el mío. Algo me dice que ya tenía hecho mi desayuno y, aunque suene raro, me parece muy tierno.
—¿Terminaste con tu habitación? –pregunto con la boca llena. Maldita sea, Charlie, me regaño por mis adentros. Se me ha hecho una muy mala costumbre pero tengo ganas de hablar y de comer al mismo tiempo, entonces, ¿Qué se le va a hacer?
—Mas o menos. Anoche cuando te fuiste a la cama me puse a terminar lo que no hicimos ayer –sonríe y yo hago lo mismo después de limpiarme la boca.

No menciono nada más, no quiero llegar al tema del beso. Me gustaría prometerme que no lo volveré a hacer, pero ¿Para qué me engaño? Teniendo a este hombre casi perfecto en mi casa, se me va a ser imposible no hacerlo.
Noto que ha bajado el volumen a las pequeñas bocinas donde ha colocado su iPod y muy a penas puedo escuchar lo que suena, no me gusta comer en silencio, es incomodo y no puedo masticar con toda libertad, así que me levanto y le subo la música. Se escucha una banda que no conozco, pero simplemente no le tomo importancia, con que opaque el silencio es suficiente para mí.
En ese instante entra Jared sin su camiseta y con todos los cabellos parados, parece Johnny Bravo, pero en feo, gordo y con el cabello castaño.
—¿Qué desayunan? –pregunta mientras se acerca mi comida. Jalo el plato interponiéndome entre Andy y la barra y le quito mi desayuno a medias.
—Ah, no. Esto es mío –señale cuando a penas iba a coger mi tenedor pero fue más rápido que yo, y tomó uno de mis panqueques para después salir corriendo como una maldita niña.
Doy una zapatazo al suelo y me cruzo de brazos, sin darme cuenta que sigo todavía entre Andy y la barra donde él tiene su desayuno. Me separo incómodamente de James Dean y me siento en una de las bancas que tiene a un costado.
Maldito Jared roba comidas.
—Veo que se quieren mucho –se burla mientras yo le clavo mis ojos fulminantes.
Qué gracioso niño.
—Hay más panques, no te enfades –sonríe y señala con su barbilla un plato que yace sobre el horno. Frunzo los labios para evitar reírme y vuelvo a lo que estaba. De verdad que necesito plantearme ir a buscar un gimnasio. Quizá mañana temprano salga a buscar algo que se adhiera a mis posibilidades, porque si me voy a donde Sharon practica, se me hará más difícil comprarme mi auto.
—Buenos días –anuncia Sharon entrando por la puerta. Incluso recién levantada se ve increíblemente hermosa ¿Cómo le hace? Lleva su cabello pelirrojo recogido en un moño despeinado, una blusa bastante ajustada a su buen formado cuerpo y un short de cuadros que, para mi gusto, no son de lo más monos pero a ella le lucen muy sensuales.
—Hola, Sharon –saluda Andy limpiándose la boca con una servilleta.
—¿Qué tal estuvo anoche? –pregunto
ella se encoge de hombros quitándole importancia mientras se sirve, como de costumbre, su café con extra crema.
—Ha ido bien. ¿Ya se despertó Chris?
Toso dentro de mi escándalo.
Casi se me atora el tocino que iba a mitad de camino en mi garganta al escuchar el nombre de Chris ¿Es que él ha estado aquí? Andy me pasa un vaso de agua cuando ve que no se calma mi tos y gracias a dios eso me ayuda.

—¿Cómo dices? –gesticulo con voz chillona.
—Ayer se puso increíblemente borracho, decía y hacía puras tonterías. Y no paró de hablar de ti toda la noche, espantaba a las chicas que se le acercaban –mi amiga negó inconforme y se metió un pedazo de rosquilla a la boca.
Vaya, con Chris. Parece ser que sí le afectó lo de "nosotros"
No puedo evitar sentirme mal por él, pero yo le había dejado claro desde un principio que no me interesaba nada amoroso. Incluso cuando llegaba con rosas a mi casa pidiéndome una oportunidad siempre se las negaba. No entiendo por qué se pone así si nunca le di alas. Lo nuestro era sexo y nada más.
—Lo íbamos a llevar a su casa –continua Sharon –pero ya era muy tarde, así que decidimos traerlo acá ¿No escucharon todo el alboroto? –niego y ella continua –pues estaba diciendo "iré con Charlie, quiero dormir con Charlie, Charlie, Charlie -lloriquea sarcásticamente y después clava sus ojos verdes en mí, soltando desaprobación. Maldita sea, esas miradas no me gustan –Lo destruiste, amiga.

Heeeeeello my friends!
Me he distanciado de esta linda novela, pero voy a retomar las riendas.
Espero terminar todo esto en unas semanas y así la lean con gusto morocho.
No importa que seamos poquitos, lo amo mucho ❤️❤️❤️❤️

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