Me he vestido con uno pantalones de yoga que tenía por ahí guardados y un top de Nike junto con su chamarra, no está haciendo calor pero tampoco hace frío, así que la chamarra simplemente será para no mostrar mi vientre.
También he buscado unos tenis deportivos en el armario de Sharon. Nunca he usado unos, entonces obviamente no tengo. El centro comercial me queda cerca de a donde quiero ir a inscribirme, entonces probablemente me dé una vuelta para comprarme unos pares.
Me he recogido el cabello en una coleta alta y he desocupado una mochila vieja que usaba para guardar papeles, pero en vez de papeles, he pueto una pequeña toalla blanca y una botella de agua.
Bien, aquí vamos, a ponernos en forma.
-Vaya, ¿quién te viera con esa ropa? –me pregunta Andy al llegar a la cocina. Le sonrío y tomo una manzana verde que hay en el frutero.
-¿Quién me viera con esta ropa y una fruta en mi mano? –le contesto mientras le doy un mordizco a la manzana –Nos vemos, guapo.
-¿Te llevo? –se ofrece viendome tomar mis llaves del perchero.
-No, gracias. No está lejos, adios.
Abro la puerta y la cierro detrás de mí sin escuchar una respuesta de parte suya. Bien, aquí vamos.
"Nuetro Gym" es el puñetero nombre del gimnasio que tengo enfrente de mí.
Es más bonito que como se encuentra en las fotografías que he visto por internet. Más grande de como me lo imaginé y también, un poco lujoso.
Sinceramente no sé si sea lujoso, nunca he estado en un gimnasio así que no tengo idea de cómo sean los lujosos y no lujosos.
Entro a aquel lugar, donde seguramente me romperé el cuerpo, y me sorprendo al ver tanta gente en cada una de las maquinas. Hay caminadoras, bicicletas, pesas, elipticas, y como mínimo son veinte de cada una de ellas. Esperaba un espantoso olor a sudor, pero resulta que huele a limpiador de piso. ignoro que tanto mujeres como hombres me han volteado a ver y me acerco a la recepción, donde hay una chica de cabello castaño claro, delgada y con muchisíma mascara para pestañas en ellas.
-Hola –la saludo.
-Hola, ¿en qué te puedo ayudar?
Me resulta un poco molesto su voz exageradamente chillona y la música de antro que retumba a todo volumen por el gimansio.
-Quiero inscribirme –respongo sin la mayor alegría en mi voz.
Ella acepta y comienza a mostrarme sus clases, horarios, costos y todo lo que conlleva.
Me pide mis datos; nombre, dirección teléfono y por último me saca una foto, donde seguramente me he de ver espantosa, ya que no me he maquillado.
Puedo sentir la mirada de todos en mi espalda, haciendome sentir muy incomoda ¿es que nunca han visto gente nueva aquí?
-Bien, aquí tienes la llave de tu casillero, tiene el número pegado, las duchas están arriba, puedes instalarte, cuando bajes, podré ponerte con tu entrenador. –me dice sonriente, asiento sin la mayor alegría y tomo las llaves encaminandome a mi supuesto casillero.
Sólo he traído mi botella de agua y una toalla, así que solamente pondré mi mochila vacía (ah, con mi celular) en esa cajilla de no más cuarenta por cuarenta centimetros.
Bien, aquí voy, me digo por mílesima vez en el día, y me regreso a donde está la recepcionista.
-Listo ¿por dónde empiezo? –les pregunto
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Despierta ©
RomanceA veces, llegas a un punto en el que caes, te hundes, y aunque tienes una soga para sostenerte, no la aceptas. Pero no porque no quieras, sino por miedo a que ésta en el camino se rompa y el dolor sea mucho peor que el primero, hasta llegar al punt...