capítulo 24 (+18) Sin querer, en cuerpo y alma

11 0 0
                                    

24

—¡No, Andy! ¡Eres un maldito hijo de puta...!

Aviento su jodida chamarra al piso y le doy una patada haciéndola volar no muy lejos de donde estaba.

—!¿quieres dejar de insultarme?! ¡Te pones como una loca!

Gruño tratando de contenerme y sin querer discutir más me voy a mi habitación topándome visualmente con Jared importándome poco que me vea en sostén.

—Vete a la mierda, Cabrón—le digo a Jared antes de que se le ocurra decirme algo y ahora sí corte cabezas.

—¿pero yo qué dije? —se queja.

Lo ignoro y paso por su lado escuchando los gritos de Andy exigiéndome que regrese. Maldita sea, hace años que no me lleva el diablo como ahorita me siento.

Entro a mi habitación y cierro de un portazo la puerta.

Suspira, Charlie. Suspira.

Comienzo a sacarme los pantalones y me quito el sostén para sustituirlo por una blusa de tirantes, quedándome solo en bragas y mi blusa. Tranquilízate, Charlie. Tranquilizare, me sigo repitiendo.

Me meteré a la cama y no me levantaré sino hasta mañana. ¡Al diablo los pendientes que tengo!

Destiendo mi cama rudamente y me meto en ella acurrucándome en mis un mil de almohadas.

Necesito descansar, relajarme y dormir por lo menos un día. Lo necesito, lo necesito...

La puerta se abre en un chillido.

Maldita sea.

Cierro fuertemente los ojos para tratar de no gritarle y esta vez sí romperle un bate en la cabeza.

—Charlie, esto no ha terminado. Vamos a hablar

Escucho a Andy, sigue con su enfado, sin embargo le ha bajado mucho a su tonito de voz, que ya estaba por hartarme.

—vete a la mierda —espeto

—¿quieres dejar de ser una perra conmigo? Me estoy cansando de todo esto.

Me descubro ahora si apunto de explota y me siento en la cama viéndolo.

¿Se está cansando?

—¡Si no quieres estar conmigo sólo tienes que decirlo!

—No pongas palabras en mi boca —sisea.

—¡Dices que estás cansado! Entonces lárgate y déjame en paz y yo haré lo mismo contigo, te dejaré descansar.

—¡Pero yo no quiero dejarte en paz!

Resoplo apunto de soltar humo por mis orejas y nariz.

Piensa civilizadamente, piensa civilizadamente.

—No me gustó lo que pasó con la puta de tu amiga. No me gustó cómo me trató, no me gustó cómo me trataste tú, no me gustó que frenaras el carro e hicieras que me diera un golpe en la cabeza.

—¡Por dios! A penas y te rozaste.

—¡y me enfermó! —alzo la voz para interrumpirlo— que me cargaras como... como si fueras mi maldito...padre —se me apaga la voz y bajo la vista.

No, no, no empieces. Me regaño a mi misma y vuelvo a acostarme y a taparme de pies a cabeza.

La cama se hunde bajo su peso a mi espalda. No me muevo, me limito a quedarme rígida en la cama, sin mover un pelo.

Despierta © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora