Capítulo 14 Príncipe azul.

10 0 0
                                    

14
—Charlie...—oigo la voz  de Sharon tratando de despertarme de mi sueño. Soñé con diablos desnudos ¿eso es alguna señal? No sé cómo interpretarla. Debería ir a que me lean las cartas, o algo —Hey, guapa...
—Ya estoy despierta –gruño.
A pesar que era un sueño bastante raro, fue interesante, ¿Cuándo sueñas a diablos sin ropa?¡Nunca!  Aunque son rojos y con cuernos, sí trae los suyos...
Frunzo el ceño ¿Qué diablos estoy pensando? En lugar en ir con una médium debería ir a un psicólogo.
Me incorporo en mi cama, la cual no me di cuenta a qué hora la distendí y me siento ignorando que he de tener todos los cabellos parados como Cruella De Vil, pero en vez de tenerlo negro con blanco es negro con morado. Sonrío, de verdad que necesito el psicólogo.
—¿Qué es gracioso? –pregunta Sharon uniéndose a mí.
—En que necesito muchas cosas.
—¿Cómo qué? —Su voz es curiosa.
—Como un gimnasio, una cepillada de dientes, una médium y un doctor.
Se echa a reír y me alborota más el cabello divertidamente. Me ha venido tan bien esta siesta, que no me molesta que haga eso.
—Sí que necesitas muchas cosas, pero ahora no es momento de pensar en ello. Luego lo solucionamos. Ahora, ¡levántate! —me ordena y ella hace lo mismo para después abrir las puertas de mi armario ¿Y ahora qué fisgonea?
—Deberías ir conmigo a comprarte un poco de ropa más colorida, casi toda es negra, gris, negra... —reniega.
—¿A dónde quieres que te acompañe? –le pregunto parándome de la cama. Me ha entrado ganas de ir a hacer pis.
—Hay una carne asada en casa de Nick, ya se nos hizo tarde.
Salgo de la habitación rumbo al baño juntando mis piernas para que no me gane y abro la puerta... Y ¡Dios! de inmediato la cierro ahogando una carcajada.
¡Andy acababa de salir de la ducha!
—¡Oye! –grita y yo no soporto más y me carcajeo ignorando que estoy apunto de orinarme.
No le he visto nada...no todo. A penas y le he dado un vistazo a su...amigo.
—¡Lo siento! –digo aun riéndome de cómo su cara se espantó al verme.
Maldita sea, me voy hacer en mis pantalones.
—Lo siento, Andy, pero tienes que salir ya.
Diez segundos después la puerta se abrió y me encontré con los ojos de James Dean más divertido que nunca. Bien, al menos no se ha avergonzado.
Entro esquivándolo y cierro la puerta con seguro, por supuesto.
Ohhh, qué bien se siente desahogarse. Creo que tengo una muy pequeña vejiga.
Al terminar salgo, habiendo tenido ya en cuenta que me encontraría con Andy recargado en la pared de enfrente. Únicamente lleva puesto la toalla alrededor de su cintura, dejándome ver sus muy bien definidos oblicuos.
—No sé si te enseñaron a tocar la puerta antes de entrar –me riñe, pero no está enojado, sino todo lo contrarío. Al parecer le gusta pelear conmigo en broma.
—Y yo no sé si no te enseñaron el pestillo.
—No importa, siempre tienes que tocar.

vuelco los ojos divertidamente cruzándome los brazos sobre el pecho.

—¿De qué te quejas? A mí no me importaría que me vieran desnuda si tuviera el cuerpo que tú tienes.
Me encojo de hombros burlonamente y le guiño un ojo antes de dirigirme a mi habitación, sin descartar que lo he dejado con la boca abierta.
Pobre chaval.

—¿Por qué tardaste tanto? –pregunta Sharon al cerrar la puerta de mi recamara. Ha acogido un vestido, que obviamente no es mío y lo a puesto sobre la cama. ¡Ja! ¡Está loca si cree por asomo que me pondré esa mierda!
—¿Qué es eso? -pregunto, aunque ya sé lo que me va a decir.
—Creo que te quedaría muy bien este...
—No –la interrumpo y me acerco a mi armario, no entiendo el porqué siquiera lo intenta, me conoce perfectamente y sabe que nunca me pondría ese vestido... y ningún otro vestido.
—Charlie, deberías...
—Lo siento, Sharon pero no lo voy a usar. Ni lo intentes.
Ella frunce los labios y el entrecejo, pero no comenta nada más, simplemente se sienta en la cama y me observa sacar un short negro medio rasgado y despintado y una blusa holgada color blanca con las iniciales JLP en cursiva, ni puta idea qué quiera decir pero me la pondré.
—A mí si me dirás qué pasó con Chris –cuestiona. Me bajo los pantalones y me quito la camiseta quedándome sólo con la ropa interior, como siempre lo hago cuando está Sharon.
—Quería hablar con él sobre lo que me comentaste, pero no me dejó. Me agarro del trasero, muy rudamente, por cierto y no sé, creyó que quería acostarme con él, pero como no lo dejé, se puso loco.
Me acerco a la cómoda y tomo un  poco de crema, me olvide por completo de ponérmela antes de bañarme, entonces ahorita tengo como piel de cocodrilo.
—¿Te enojaste porque te tocó? –me pregunta nuevamente Sharon, un poco incrédula.
—No. Lo que me enojó fue que no me soltara, le tuve que casi arrancar el cabello para que lo hiciera, incluso me estaba lastimando.
—Maldito loco.
Asiento y comienzo a vestirme. Con ella es distinto contarle todo a punta de detalle, con Andy no es tan sencillo, y más porque es hombre y no llevo mucho de conocerlo.
—¿Te diste cuenta de cómo se puso Andy? –exclama emocionada.
Andy, lo que me recuerda...
Me acerco a mi amiga y me siento a su lado ya cambiada de ropa.
—Ayer me besé con él –confieso.
Ella abre los ojos y la boca divertidamente incrédula. Me da ganas de reírme, pero me contengo, según ella, tengo que ser sería con esto.
—¡Júralo!
—lo juro –levanto mi mano a la altura de mi cara y le enseño mi palma.
—¡Qué perra! –se burla sonrientemente. Me encojo de hombros y comienzo a cepillarme mi muy maltratado cabello. Creo que sí tengo que cortarlo, me repito por milésima vez.
—Pero... no sé, fue distinto.
Sharon entorna los ojos y me ve tratando de buscar algo en mi mirada, no sé qué, pero eso parece.
—¿Cómo que distinto?
Vuelvo a hundir mis hombros y peino lentamente las puntas mientras me concentro en mi cuadro de Led Zeppelin que compré en oferta en algún tianguis cerca de aquí.
—¿Charlie? –insiste.
—No sé, fue extraño. Quiero decir; me gustó, besa bien, pero fue extraño –sonrío y distraídamente muerdo mi labio inferior sin quitar la vista del grandioso Robert Plant.
Vaya que fue un muy buen beso, tan sólo con recordarlo me da ganas de interrumpir en su recamara y volver a besarlo para que mis labios recuerden qué es un buen beso.
—Te gusta –confirma Sharon alegremente.
Su impresionante sonrisa hace que aparezcan esos encantadores hoyuelos que hay en sus mejillas, contagiándome de igual manera. Claro, por supuesto  me gusta, pero no de la manera que Sharon quiere creer. Ella espera que venga el príncipe azul y me monte en su caballo para que seamos felices por siempre, pero igual que los niños, es muy ingenua.
—Es guapo –respondo —muy guapo, me parece muy interesante y creo que es el único carismático en está casa.
Alcanzo mi bolsa de cosméticos y vuelvo a sentarme con Sharon en la cama, cruzándome de piernas.
—¡Yo también soy carismática!
—Sí, claro –respondo— ¿Tienes corrector?

—¿Sólo iremos nosotras dos? –le pregunto a la chica pelirroja que lleva un vestido primaveral color miel. Se le ve lindo, pero sigue sin gustarme esa ropa. Quiero decir, es decente, pero al parecer tengo un problema con la parte de ser femenina. A parte que es probable que todos se rían de mí ya que en mi vida he usado algo parecido.
—No, los chicos vienen también –contesta distraídamente mientras se ve por milésima vez en el espejo de pie que tenemos entrando a la sala de estar. Me tumbo en uno de los sillones y saco mi celular para dale un vistazo a Facebook. Tengo unos cuantos Inbox, pero ignoro todos y sólo me concentro en el mensaje de Liam, el chico que organiza la mayor parte de los eventos al que voy para sacar las fotografías.  Dice que ya ha confirmado con la banda de no sé quién, y espera le diga que sí con la sesión de fotografías para mostrar la ropa de su grupo dejándome claro que es el viernes de la próxima semana y me darán cien dólares por las fotografías.  le contesto  con un simple "okay, nos vemos allá" y cierro la aplicación para después apuntar la cita en la agenda de mi celular, si no lo hago, seguramente me olvidaré y ésta me recuerda un día antes del evento.
—¿Listas, chicas? –pregunta Andy entrando a la sala.
Aunque no voltee a verlo porque estoy algo entretenida con mi celular, supe que es él por su muy masculina voz, nada que ver con Jared.
—¿Charlie?
—Voy –me levanto del sillón sin despegar los ojos de mi celular; me llegaron dos mensajes más de unos desconocidos y sólo me limité a verlos desde el centro de notificación, más de rato les contesto, al parecer quieren saber sobre una sesión –Vámonos. 
Salimos los tres del departamento y nos dirigimos a los elevadores. Iba a preguntar por qué no vino con nosotros Jared, pero Sharon dijo que él se había adelantado por su novia. La casa de Nick está a una hora de donde vivimos, y si bien nos va llegaremos pasadas de las seis allá. No suelo acompañarlos mucho a las parrilladas que él hace, pero tengo demasiada hambre y unas costillas no me vendrían mal...y también un entrenador y un té verde.
—¿Lista para comer como cerdo? –me pregunta Andy al momento que me abre la puerta del copiloto de su Volvo. Le levanto el dedo corazón y entro al auto. A ese chico le encanta molestarme, y a mí me encanta todavía más que lo haga.

Despierta © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora