13. "And now, that's all"

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—Lo amé.

—¿Y qué sucedió?

—No lo sé, creo que fue el tiempo, los momentos, los besos que ya no me daba... las palabras que faltaban, los sentimientos que se ocultaban, los secretos despiadados, tal vez fue eso.

—No entiendo.

—¿Por qué? —preguntó Tristan, enroscándose un pequeño mechón en su dedo.

—Por que tú me hiciste lo mismo, pero aún sigo aquí, amándote.


Tristan y Myles.




xxx

—¿Alessia? —pregunta. No respondo, perdida en mi mente—. ¡Alessia!

Reacciono al instante y busco con mi vista desesperadamente a Theo, que había gritado. Él hace una mueca llena de fastidio y me siento culpable en el interior, ya que no sabía lo que dijo, ni siquiera le presté atención.

—Lo siento. —me excuso.

Él suspira.

—Mira, sé que ésto es duro. —relame sus labios—, pero debes seguir adelante, ¿sí?, sé que Hillary no ha despertado, pero sólo medio día ha pasado. No se sabe si ella despertará hoy, ¿bien?, encima, hoy tienes el último ensayo y no puedes actuar con ese ánimo.

Trago fuerte, tratando de que mis ojos no boten ninguna gota. Es que nadie entendía, joder. Nadie. Ninguna persona podía entenderme en éstos momentos, nadie capta que tengo el peor de los pesos en mis hombros; un asesino queriendo matarme, una cantidad inmensa de asesinatos en todo el pueblo, helándome la sangre, pensando quién será el próximo. Una amiga en el hospital, que ya no sé si puedo realmente llamar amiga ahora, un bebé desconocido, una obra con el peor de los protagonistas y... mis sueños destrozados.

Me muerdo el labio. ¿Podré salir de ésto algún día? ¿Podré ser feliz?

—Pero no entiendes nada. —digo, clavándome las uñas en mis palmas, sintiendo una ola de ira recorrerme el cuerpo entero—, no es sólo eso, Theo. Son muchas cosas, ¿sabes?, no es tan fácil, demonios. ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? 

Él entrecierra sus ojos y voltea a verme con una expresión que no puedo explicar.

—No estoy tranquilo, Al. —cierra sus ojos y tiembla—. ¿¡Cómo crees qué estoy tranquilo?!, puedo aparentarlo, pero no lo estoy. No puedo estar calmado cuando un asesino ronda por todo el pueblo matando a cualquiera que se le cruce enfrente, menos cuando una de mis amigas sale herida físicamente y otra emocionalmente. —dice y sé que se refiere a mí al instante—. Estoy tratando de ser fuerte. Sólo eso.

—Parece que nada te importara. —digo y al instante me arrepiento. No debí haber dicho eso. Me doy una cachetada mental al mirar la expresión fría y triste de Theo.

¿No puedo callarme y listo?

—¿Parece que nada me importa? ¡Joder, mírame! —dice y se señala a sí mismo—, ¿crees qué no es duro ver a tus mejores amigas heridas? ¿crees qué no sufro también, Alessia? También tengo miedo. Lo admito, estoy cagado, demonios. No sé si mañana las voy a tener a ustedes aquí, no sé si yo seré la próxima víctima o algún familiar mío, no lo sé. Quiero ayudarte, Al. En serio que quiero, pero no te dejas. Te crees que eres la única que le afecta ésto cuando realmente no es así, a todos les afecta. ¿No te has preguntado como se estará sintiendo los padres de Hillary? Ellos están enterados de la situación, y la están pasando mal. Muy mal. Todos estamos asustados, y al parecer, tú no lo entiendes. —añade con el tono más frío que jamás ha usado—, me importas, todo me importa. Pero resultas ser tan egoísta que no logras ver lo mal que estoy, y cuánto me preocupo por ti y por los que amo.

Prohibido reírse. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora