Capítulo 13

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—Deben decidirlo ahora.—exclama el presidente, indiferente. Apostaría lo que sea a que está muriendo de felicidad por dentro en estos momentos.
—Debe haber más opciones.—dice Peeta frustrado cuando Snow sale de la habitación.
Yo, a diferencia de él, me quedo sentada en mi lugar, paralizada, sin saber qué hacer, y es que mi cerebro no ha podido asimilar lo que acaba de pasar. ¿Y qué acaba de pasar?
Como yo había previsto, Snow no busca ayudarnos, sólo quiere mantener a su gente feliz y por supuesto, de una u otra manera, destruirme. Y ¿cómo?
Él nos dio a elegir.
Tenemos la opción de entrar a la Arena y decirle a los capitolinos que había confundido una enfermedad con el embarazo. En pocas palabras decir que el bebé es una farsa. De otra manera, Prim entraría en mi lugar... con Peeta.
Mi cuerpo decide al fin comenzar a funcionar bien y en mi mente ordeno la información que tengo, recordando lo sucedido minutos atrás.
En cuanto Snow terminó de hablar, Peeta intentó disuadirlo, la verdad es que no presté atención. Me perdí en mis pensamientos y llegué a la conclusión de que no quiero perder a ninguno de los dos. No estoy dispuesta a renunciar a las personas a las que amo. Peeta y yo; o Peeta y Prim.
Definitivamente me quedo con la primera, porque Prim estará a salvo y me aseguraré de que Peeta sea el último en la Arena.
—Katniss.—me llama— Katniss, entraré con ella y la sacaré de ahí. Lo prometo.—me dice acunando mi rostro en sus manos.
—No.—mi voz sale tan débil que debo repetirlo para estar segura de que Peeta me escuche— No.
—Katniss, la protegeré y cuidaré de ella. Lo prometo.—suplica.
En estos momentos desconozco a Peeta, pero lo entiendo. En otras circunstancias, sé que jamás me pediría algo así, jamás se le pasaría por la cabeza mandar a Prim a la Arena, ni siquiera si eso implica salvarme. Sin embargo, ahora no solo hablamos de mí, hablamos de mí y el... bebé. Peeta quiere protegernos. Y no lo culpo. Supongo que yo debería pensar igual ya que hablamos de un niño, uno que ni siquiera a nacido, y sobretodo, el nuestro. Desafortunadamente, no puedo permitirme eso. No puedo, no. Porque soy demasiado egoísta y prefiero morir junto a mi bebé, el cual por cierto sufriría por el simple hecho de ser mi hijo, a perder a alguna de las personas más importantes en mi vida.
—No.—digo firme.
—Katniss ya no se trata solo de ti.
—¡Lo sé!
—Lo convenceré. Habrá algo... Y estarán a salvo. Sí.— dice para sí mismo.
—Sabes que no cambiará de opinión.
Me fulmina con la mirada unos momentos y puedo adivinar lo que está pensando "deja de ser tan pesimista".
—Peeta, lo sabes.
—Sí, lo sé.—hace una pausa— Y sé que quieres proteger a Prim pero te prometo que yo lo haré por ti. Lo juro.—sus ojos me miran suplicantes y, al ver que no me ha convencido vuelve a hablar— Katniss, por favor.— insiste. Su tono es desesperado y sé que comienza a enfadarse.
—No, Peeta.
Y ya está. No insiste más porque sabe que no cambiaré de opinión, no importa cuánto me lo implore, y lo sabe.
—Bien.—dice fríamente luego de una larga pausa. Se pone de pie frente a mí y me mira directo a los ojos— Pero lucharás. Por ti. Tu saldrás de ahí. Tienes que hacerlo.
Me quedo callada para evitar que cambie de opinión y asiento con la cabeza. Sus ojos no dejan de mirar directo en los míos y me intimida, esto es nuevo.

•~•~•~•~•~•~•~•~•~•

Snow sonríe al tener una respuesta: es la que él esperaba.
Nos dice que anunciará la 'equivocación' cuanto antes en televisión nacional y se marcha con una gran sonrisa en los labios.
Ahora que somos libres nos dirigimos a nuestro piso en silencio, sé que él está enojado.
—Lo siento.—digo cuando estamos en mi habitación.
No hizo falta decirlo en voz alta para saber que ambos queremos pasar juntos nuestra última noche "a salvo".
Él se quita el traje y me mira unos segundos. Comienzo a sospechar que simplemente me ignorará cuando comienza a caminar hacia mi y me abraza fuertemente. Siento su cálido aliento en mi cuello y, de repente se separa y se va al baño dejándome anonadada.
Luego de unos minutos en los cuales yo aprovecho para desvestirme, Peeta sale sin una gota de maquillaje y el cabello aún mojado. Es mi turno. Paso por su lado sin mirarlo y entro cerrando la puerta rápidamente tras de mi. Me baño tomándome mi tiempo, sin prisas. Y cuando salgo, Peeta ya esta acostado en la cama medio dormido.
Me hago una trenza y me recuesto junto a él.
Pienso en el ligero bullicio que se alcanza a escuchar. Para este entonces, el presidente ya debe haber aclarado la situación. Y me pregunto ¿la gente nos odiará? ¿Querrán patrocinarnos aún? El temor me invade haciendo que mi estómago se revuelva. ¿Cómo se supone que sacaré a Peeta de la Arena si no tenemos patrocinadores? Espero que algunos aún crean lo suficiente en nosotros como para apoyarnos. Si no... Ya hallaré la forma. Mientras estemos juntos todo estará bien.
Me muevo de aquí para allá en mi lado de la cama, tanto que debo obligarme a parar si no quiero despertar a Peeta. Finalmente, siento su brazo rodear mi cintura acercándome a él y, sintiéndome protegida, me quedo dormida.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2016 ⏰

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