Capítulo 6

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Peeta y yo corremos lo más rápido que nuestras débiles piernas nos lo permiten, sin embargo los mutos son más rápidos que nosotros. Intento ayudarlo, pero su pierna no está del todo recuperada y eso dificulta más la huida. Intentamos llegar a la cornucopia, detrás de Cato. Estamos en nuestros juegos. Pocos metros antes de llegar, siento que Peeta me jala la mano, impidiéndome seguir. Su grito me hace voltear, los mutos lo han alcanzado. La manada pelea por conseguir diferentes partes de su cuerpo provocando que la sangre salga a borbotones. En un segundo tengo el arco cargado y comienzo a disparar a todos los que puedo, pero mis flechas parecen no dañarlos porque ni se inmutan, '¡Peeta!' las flechas pronto desaparecen pero no he logrado matar ni a uno. Las lágrimas fluyen como agua en un río y no puedo hacer nada por detenerlas, su nombre escapa de mi boca una y mil veces más, mientras veo cómo las fauces de esas bestias lo destrozan. Cuando los mutos voltean hacia mi y el cañón suena, sé que ha muerto. Peeta está muerto y ahora vienen por mí.

Despierto agitándome salvajemente.

-Katniss, Katniss. Aquí estoy.- dice él preocupado.

-¡Peeta!- sollozo- Peeta.- confirmo abrazándolo.-estabas... estabas...- una ola de vergonzosos sollozos y sonidos que no sabía que podía hacer salen de mi boca sin piedad.

-Aquí estoy. No era real.- dice acariciando mi cabello tiernamente.

Rápido me percato del fuego frente a nosotros, eso no estaba ahí cuando llegamos; luego recuerdo que Peeta es capaz de hacer fuego hasta en las circunstancias más difíciles. Poco a poco los sonidos disminuyen pero los temblores no.

-Voy a volver.-suelto- Voy a volver.- las lágrimas regresan pero consigo que los sollozos se queden dentro. -No fue suficiente con el compromiso. Quiere deshacerse de mí.

-Katniss-con sus pulgares quita las lágrimas que recorren mi rostro- Katniss, esto es lo que él quiere. Quiere asustarte y debilitarte para volverte una presa fácil en la Arena. Te quiere muerta pero no lo vamos a dejar ¿cierto?

-No-susurro negando con la cabeza.

-Bien. Ahora hay que irnos, llevas unas cuantas horas dormida y falta poco para que anochezca. Tu familia debe estar preocupada.-dice levantándose.

Me paso las manos por la cara intentando quitar los rastros de lágrimas y me pongo de pie para ayudarlo a apagar el fuego. Nos damos prisa pues se nota que una nueva tormenta comenzará dentro de poco y ninguno trae mucho con lo que cubrirse gracias a mi imprudente y repentina decisión de salir huyendo. Peeta me toma de la mano, brindándome un poco de calor y salimos.

Me sé el camino de regreso de memoria, incluso sin verlo sería capaz de volver a casa sana y salva. Ante esto, mi mente se entretiene ideando posibles maneras para asesinar al presidente una vez que esté en el Capitolio, aún a sabiendas de que no podré llevarlas a cabo. También me regaño mentalmente por haberme mostrado tan débil ante Peeta y pienso en lo que dijo hace un rato. Es cierto, no le daré la satisfacción de destruirme. No lo dejaré romperme, porque, aunque sé que no saldré viva esta vez, no lo dejaré ganar tan fácilmente.

Cuando llegamos a la verja, salgo de mis pensamientos y paro un segundo para escuchar si está encendida; negativo. Ayudo a Peeta a pasar y después salgo yo. Desde este punto, prácticamente corremos, pues el frío se vuelve más intenso y comienza a nevar. La pierna de Peeta nos impide ir tan rápido como desearía, pero no me quejo. Después de todo, es -parcialmente- mi culpa el que tuvieran que reemplazar su pierna de carne y hueso por una de metal.

Unos segundos antes de llegar a la puerta, ésta se abre, dejando ver a mi madre.

-¡Katniss, Peeta!-exclama yendo al interior y abriendo la puerta para que podamos entrar.

El castigo de Peeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora