Capítulo 1// mudanza.

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____.

Mudarse suele ser una desgracia cuando tu vida parece ir de maravilla en dónde estás, pero en mi caso parece una buena idea, pues, no es como que tenga a alguien quien se deprima si no estoy, no tengo un novio o una mejor amiga, vaya, ni siquiera tengo un perro.

Y cuando no tienes a nadie especial en tu vida, (y no, no cuentan tus padres) comienzas a aburrirte de ella.

Pues ésta soy yo, una chica de 17 años cursando segundo semestre de bachillerato, nada anormal no diferente sólo soy yo, soy ___. Y si estabas buscando algo diferente, bueno, pues lamento decepcionarte.

• • •

¿Recuerdan eso de que mis padres me aman? Pues les mentí.

O sea, si me amarán no me despertarían a las fucking 5 de la mañana en un día donde estamos a 4 grados, no sé, supongo que me vieron cara de pingüino o algo.

Pues tomé mis maletas y baje, ya vestida obvio, no iba a bajar desnuda al...como sea, estaba lista para dejar ésta casa y...ésta vida.

A pesar de que dormí todo el trayecto, mis ojeras eran bastante notables, aunque no tanto como el mal humor de mi hermano.

Por cierto, tengo un hermano. No hay mucho que explicar de él, se llama Daniel, es moreno, como mi padre, usa gorras, es dos años mayor que yo y su sentido del espacio-tiempo es similar al de una cabra.

—¿Ya llegamos? —pregunté en cuanto el vehículo se detuvo.

—No ___ a mis padres les parece que el coche va muy lleno, y están bajando las maletas para hacer menos bulto —contestó mi hermano mientas bajaba su maleta de la cajuela.

—Hablaba en serio.

—Yo también.

—¿Crees que pueda ir a...Ya sabes, conocer y así?

—Tú no sé, yo me largo ahora.

Entonces él se fue, y a mi no me dejaron. Bueno después de prometerles muchas cosas que definitivamente no voy a cumplir a mis padres me dejaron ir con la condición de regresar temprano. Me perdí, pero pude conocer un poco más el lugar, lástima que se resume en algunos oxxos y talleres mecánicos, es el pueblo con olor a grasa para autos, no me emociona demasiado para ser sincera.

La lluvia me impidió seguir mi recorrido por las calles, me adentré en una cafetería coqueta (me hacía ojitos y todo).

Tomé lugar en la barra de ésta, a un costado de un chico algo pálido, me daban ganas de preguntarle si todo estaba bien en su sistema inmune, se notaban sus ojeras, tenía pinta de no haber comido en días.


Llegó una señorita pelirroja con el menú y me lo dejo, yo comencé a ver qué había, de vez en cuando echaba un vistazo al chico brazotes, se veía triste, mucho, ordené el típico café mañanero.

Según yo, disimulaba a la perfección mi evidente interés por él, por supuesto estaba equivocada y lo descubrí cuando, con un tono molesto, él me preguntó:

—¿Se te perdió algo? —imaginaba su voz un poco más gruesa, no me malentiendan, aún así me hizo brincar.

—No...

Sin planes →avc. editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora