Recuerdos Dolorosos

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Louis iba camino a su casa, estaba feliz porque tenía una sorpresa para su padre. Mark siempre lo trato bien, le compraba todo lo que el le pedía y lo llevaba a pescar a un campamento que era de padres e hijos, siempre le decía cuán feliz estaba con la vida por haberlo tenido. A comparación de Johanna que siempre se encargaba de recordarle todo lo mierda que era.

El castaño tenía quince años, el mes siguiente cumpliría sus dieciséis y estaba tan feliz porque su padre le compraría uno de esos cachorros que no crecían, el los amaba y siempre le rogó a su padre para que lo dejara tener uno hasta que accedió.

Había gastado todos sus ahorros del mes para comprarle uno de esos lujosos relojes a su padre, y se moría por ver la reacción que le daría al ver el gran regalo.

Llegó a su casa y abrió la puerta silbando muy feliz, se adentró pero cuando levanto la mirada no fue muy linda la escena que presencio.
Todo estaba tirado, los sillones volteados, los cuadros quebrados, habían vidrios por todos lados.
Camino con cuidado de no cortarse y subió las escaleras para ver si todo estaba bien con su padre, realmente su madre no le importaba mucho, pero quería  asegurarse que todo estuviera en orden.

Abrió con cuidado la puerta de la habitación de sus padres y vio a su madre con los ojos hinchados, tenía una bolsita de droga en la cama y una tarjeta en la cual había polvo, lo inhalaba mientras lloraba, sus ojos ya se estaban poniendo más rojos.

El ojiazul cerro la puerta asustado, estaba en shock, nunca había vizto a su madre hacer eso, iba caminando sin percatarse hacia atrás hasta que se topo con la pared.

- ¿Quien anda ahí?-. Escucho la voz de su madre, estaba diferente, no sonaba igual que a la de antes.

La puerta se abrió dejando ver a la mujer toda despeinada y con la nariz llena de el polvo blanco, una sonrisa apareció en el rostro de su madre, pero no una de amor, si no una que le daba escalofríos.

- Eres tu, el pequeño idiota que arruinó mi vida-. Su semblante se fue poniendo serio y apretaba las manos en puños.

Louis sólo estaba ahí inmóvil, no podía hacer nada, sabía que eso no terminaría nada bien. Quería gritar pero la voz tampoco le salía.

- ¿Estas feliz con lo que hiciste?-. Esta vez Johanna estaba muy cerca de él y puso una mano en el cuello de Louis tratando de ahorcarlo.

El ojiazul necesitaba respirar, pataleaba y habentaba manotazos, pero no lograba que su madre lo soltara. Unos segundos después cuando ya estaba viendo todo borroso y su corazón latía lento sintió que el agarre de la mano de su madre en su cuello se fue, respiro con todas sus fuerzas todo el aire que había perdido, pero luego sintió que lo tomaba del cabello y lo llevaba a su habitación.

- Este fue el límite maldito hijo de mierda, por tu culpa Mark me dejó, se fue y sólo por tu culpa-.

¿Que? Eso no podía ser sierto, su padre le prometió que siempre estaría con el, eso no era verdad. Seguro su madre estaba mintiendo.

Lo arrojó al piso a un lado de la cama, pero cuando Louis se quisó levantar ella lo tomo por los hombros y lo empujo de nuevo asiendo que se lastimara la espalda. Johanna camino hacia el baño del castaño y cuando salió de el Louis pudo ver que traía algo en sus manos, era un tubo.
Abrió los ojos y sintió el miedo recorrer su cuerpo, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y empezó a temblar.

Hermoso Entrevistador. (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora