Fuerte

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LIAM.

Mire él amanecer, que hermoso era, sabia que tenia que aprovechar todas esas oportunidades donde podría detenerme a apreciar esas bellezas que la vida me ofrecía, quería pasar mis últimos días mirando aquel sol, aquella luz, aquella paz llenar mi alma. Solo quiero ver todas esas armoniosas cosas antes de que mi vida se termine, antes de cerrar mis ojos y vivir en la obscuridad plena, antes de que no sepa mas de la vida.

Cosas como estas hacían que me diera cuenta de las cosas que desperdicie por estar implicándole mas importancia a basura, como él trabajo, él dinero, la avaricia, que tarde o temprano terminarían siendo basura.

Recargue mi espalda en aquel sillón, aquel sillón en él que decidí pasar mis últimos días, solo estar ahí sentado mirando por aquella grande ventana, la cual me dejaba apreciar los arboles y flores ahí abajo, las personas felices que disfrutaban de su vida, me dejaba apreciar aquel cielo azul, donde siempre habían nubes hermosas, no importa si él día estaba lluvioso, las nubes seguían estando ahí a pesar de todo. Me dejaba apreciar también la noche, aquella donde las brillantes estrellas hacían su aparición, aquella noche que anunciaba la belleza luna gigantesca y resplandeciente.
Yo solo quería quedarme en ese sillón frente a aquella ventana admirando toda la belleza hasta que mi alma decida dejar a mi cuerpo, hasta que la muerte decida venir por mi.

Siendo sincero no se cuando me deje vencer por aquella enfermedad, no recuerdo que es lo que pasaba por mi cabeza, que tontería me distrajo como para no dejarme ganarle a esta porquería que hoy me esta terminando de matar.

Cierro los ojos y de pronto un recuerdo llega a mi mente, un hermoso recuerdo, ese que tendré en mi no importa si muera, siempre lo guardare para mi.

-Hey, ¿estas bien?-. Me acerque a aquel chico de ojos azules que lloraba lastimosamente mientras se mordía ansioso las uñas.

-Quiero estar solo, por favor niño-. Me miro con sus ojos completamente hinchados y rojos, parecía que estuviera llorando de hace ya un tiempo atrás.

No me importo que dijera eso, ese niño de ojos azules se miraba muy triste, solo quise ayudar a que dejara de llorar. Yo había pasado por esos momentos alguna vez, como cuando se murió mi pez o cuando me rompí él brazo, siempre estaba llorando y quería estar solo, ahogar mi sufrimiento sólo, pero mi madre siempre me decía que para que mi dolor parara necesitaba él apoyo de alguien, no importa quien fuera, él hecho de saber que tienes con quien contar, te reconfortaba.

Hermoso Entrevistador. (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora