Capítulo 1

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Bajo del autobús corriendo como si estuviera en plena carrera olímpica y cuyo único objetivo es llegar a la meta y ganar, pero mi triste realidad es que no estoy en una carrera olímpica, ni quería ganar. Mi única meta es llegar a la casa de Mauro.

Luego del colegio lo primero que hice fue comer mientras hacía algo de mis tareas, me habían dejado más de lo acostumbrado. Así que decidí dormir veinte minutos que se habían convertido en una hora haciéndose tarde para llegar a mi trabajo.

Debo conservar mi empleo, cuidar a Emilia la hija de ocho años del compañero de trabajo de mamá es muy fácil y no quiero perderlo. La señora que hace los quehaceres de la casa y la comida ya tiene que haberse ido; ahora Mauro debe estar impaciente al notar que aún no llego, debe regresar a su trabajo. De seguro está molesto, me he retrasado demasiado tiempo.

Vuelvo a mirar mi móvil para ver la hora y enseguida me encuentro con una llamada perdida de él. ¡Dios, de seguro hoy será mi último día de trabajo! Llevo cuatro meses trabajando, me ayuda a tener mi propio dinero y hacerme responsable al administrarlo. Además puedo comprar lo que yo quisiera sin supervisión de mi mamá.

Llevo tanta velocidad que al llegar casi me estampo en la puerta, inmediatamente presiono el timbre y enseguida la puerta se abre. Está tan guapo como siempre a pesar de tener cuarenta y tres años es un hombre muy apuesto, llama la atención de cualquier mujer. Puede pasar como un galán de Hollywood, y lo mejor de todo es que está soltero solo vive con Emilia porque su otra hija estudia en la Universidad fuera de la ciudad.

Su esposa se había ido a España a trabajar pero no había regresado, según dicen los malos comentarios de los compañeros del trabajo que ella no ha regresado porque se había enamorado allá y que tenía un nuevo compromiso. Desde mi punto de vista ha sido una tonta al dejar tremendo semental acá y tal vez por alguien que no vale la pena. Quise reírme al pensar en lo de semental.

—¡Lo siento, lo siento! —junto mis manos en señal de súplica mientras regulo mi respiración por haber corrido tanto, mi pecho sube y baja por la agitación —me quedé dormida, pero no volverá a suceder lo prometo.

—Espero que así sea, para la próxima ocasión no tendrás tanta suerte. Hoy la tienes porque no debía regresar temprano a la oficina, tengo una cita con un cliente —mira su reloj —en una hora.

—Y ¿Emilia? —pregunto mientras ingreso a la casa dejando mi mochila en el mueble recordando que más tarde tengo que terminar de hacer el montón de mis tarea junto a Emilia.

—Se está bañando —sin perder tiempo subo a su cuarto no quiero permanecer un minuto más cerca de Mauro, no quiero que se dé cuenta que su presencia me pone muy nerviosa. Arriba en el cuarto le selecciono la ropa que va a usar, sonrío al escucharla cantar a todo volumen ya me la imagino con el envase de shampoo haciendo de micrófono.


Luego que Mauro se va a trabajar nos sentamos en la mesa, mi trabajo también consiste en ayudarle con sus tareas, pero mi ventaja es que es buena estudiante y solo necesita ciertas indicaciones para que las haga.

Nuestras tardes después de hacer tareas son divertidas: vemos películas, bailamos, cantamos, reímos, nos bañamos en la piscina, salimos a pasear. Aunque hay tardes que preferimos dormir o pasarla con juegos de mesa, sea lo que sea siempre la pasamos bien, es por eso que me gusta mucho este trabajo pero sobre todo lo que más me gusta es verlo a él todos los días.

Sé que era un hombre mayor y que jamás estará disponible para mí, pero ese hecho no impide que viera el maravilloso padre que era, se preocupa tanto por Emilia que siempre se da tiempo para venir a comer con ella. Ese detalle lo hace ver como el mejor padre.

Quizá su razonable preocupación es que ella no cuenta con su mamá y tal vez quiere llenar ese vacío que provoca su ausencia. También se preocupa mucho por su otra hija aunque sea mayor de edad, según he escuchado está a mitad de su carrera de Medicina.

Mi mamá siempre dice que cuando se quiere buscar pareja se fije en cómo trata a su familia, porque así será cuando esté casado y Mauro a mi parecer sería el esposo perfecto. Lástima que no podré comprobarlo nunca.


Durante la semana mi trabajo termina cuando Mauro llega a casa, allí regreso en el autobús a veces ceno con Emilia o sino en casa depende de lo que haya de comer y de mi gusto. Hoy era de esos días en que había decidido quedarme a comer porque había lasaña, estoy a punto de irme cuando lo veo en la puerta.

—Anny quiero pedirte un favor —exclama con esa sonrisa irresistible, es lógico nadie le diría que no. Me golpeo mentalmente porque de seguro ha de nota que estoy babeando por él o que me derrito al tenerlo tan cerca —tengo que salir el viernes y no sé si será posible quedarte con Emi en la noche, te pagaré extra. Solo tienes que decirle a tu mamá si te deja venir porque no sé a qué hora regresaría y para tu seguridad sería conveniente que te quedes durmiendo.

—Está bien yo le pregunto a mi mamá

—Gracias de antemano Anny —vuelve a sonreír causando el mismo efecto de elefantes voladores en mi estómago. Este hombre es el mismísimo pecado en persona.

 Este hombre es el mismísimo pecado en persona

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Gisselita.

Quiero hacerlo... no importa si es mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora