Capítulo 6

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—¡Mamá ya terminé! —le anuncio mientras voy bajando las escaleras. Es sábado y estamos juntas arreglando la casa. Me dispongo a ir a buscarla porque no responde a mi llamado.

Me sorprendo al verla que está llorando, apenas la veo siento temor al creer que se ha enterado de lo mío con Mauro. Eso sería fatal, pero enseguida pienso que no es posible. Si se hubiera enterado yo estaría muerta y luego empezaría a llorar.

Me quedo parada a un lado acariciando el filo de mueble mientras espero que mamá se calme.

Una vez que se tranquiliza me cuenta que está así porque la hija de quince años de su amiga ha tenido relaciones sexuales con su novio y está embarazada. Así que mi mamá también está destrozada. Llora acompañando en el dolor a su amiga y también al recordar que tiene una hija por eso se pone en su lugar.

—Anny prométeme que no vas hacer una locura de esas. —habla al mismo tiempo que se seca una lágrima que va rodando por su mejilla mientras yo la miro perpleja. —Los hombres solo quieren satisfacerse ellos y no les interesa usar protección. Prométeme que no vas a tener sexo con nadie Anny, eres solo una niña, mi amor.

—Te lo prometo mamá, pero tranquilízate por favor. —Tengo que prometerle al ver lo desesperada que está. En el fondo sé que no lo voy a cumplir, lo lamento por ella. Deseo tanto hacerlo con Mauro que no me importa que se mayor, quiero que me haga suya.

Me siento mal al engañar a mamá en su cara pero estoy segura que no se enterará de lo que pasaría entre los dos.




Es lunes y he recibido una llamada de Mauro preguntándome si tengo tiempo para vernos. Obvio que sí, lo único que me queda es fingir que estoy enferma para que me dejen salir del colegio. Me emociono cuando me propone vernos fuera de su casa, contamos con más privacidad.

—¿No tuviste ningún impedimento al salir de clases? —pregunta cuando estoy dentro del auto. Toca un mechón de mi cabello mientras me habla.

—No —miento. Aunque lo cierto es que no tuve ningún pedimento, solo tuve que mentir.

—Perdón por sacarte de clases pero como salí temprano de una, tuve ganas de estar contigo un ratito a solas. —Tras decir aquello lleva a su nariz el mechón mi cabello aspirando fuerte.

—Y yo encantada que podamos vernos. —Aprovecho su cercanía para robarle un beso.

Me muero por sentarme a horcadas de él y empezar a besarlo y sentirlo, mis hormonas cada día están más disparadas y descontroladas.

Pero me sorprende cuando me dice que vayamos a los asientos traseros del carro. Accedo gustosa ya que estaríamos más cómodos allí.

—Me vuelves loco Anny —susurra agitado cerca de mi oído. Mi cuerpo se estremece automáticamente al sentir su tacto y escuchar esa declaración.

Rompemos la tensión sexual con un beso de los que estoy acostumbrada con él. Esos besos tan apasionados que hasta causa dificultad respirar.

Me recuesta entre la puerta del auto y el asiento, sus manos viajan debajo de mi falda subiéndolas por encima del short, me remuevo al sentir sus manos cerca de mi sexo.

Se dirige esta vez a mi cuello empezando a lamerlo y besarlo. Me alborozo cuando allí, sus manos llegan hasta mis pechos, los presiona por encima de la tela. Es una sensación entre placer y dolor porque están demasiados duros. En este momento ya no sé lo que mi cuerpo percibe.

—Quiero más Mauro —le ruego.

Me hace acostar en el asiento colocándose encima de mí. Su boca empieza a besarme empezando por el ombligo. Su aliento caliente traspasa la fina tela haciendo que me remueva debajo de él al sentir deseo.

Llega a mis pechos y hace lo mismo pero finamente los muerde, siento la presión pero no el dolor —vuelvo a gemir —poco a poco sube hasta llegar a mi cuello y colmarlo de caricias.

Invade mi boca de forma suave y calmada, me sorprende lo pausado de su beso a pesar de la adrenalina que recorre nuestros cuerpos. Su beso empieza a desarmarme más cuando coloca sus manos encima de mis pechos brindándoles suaves caricias acompañadas del mismo ritmo del beso.

Se separa de mi boca para llegar a mi oreja y la muerde. Empiezo a moverme de arriba abajo al mismo compás de él, mi excitación es mayor cuando el carro se balancea al mismo tiempo. Nuestros gemidos se escuchan fuertes llegando a un nivel de desenfreno.

—Hazme tuya Mauro —le digo desesperada

—No puedo —susurra en mi oído como si le doliera decirlo.

—Hazlo por favor...te lo suplico, quiero entregarme a ti —mi declaración llena de lujuria rompe la magia del momento.

Se levanta inmediatamente sintiendo dolorosamente la ausencia de su cuerpo. Me ayuda a sentarme arreglando mi cabello y el de él. Me lleno de cólera y le quito su mano de encima, me mira sorprendido pero no dice nada. En seguida me paso al asiento delantero y no le hablo en todo el camino a casa.


Me siento humillada al pedirle que me haga suya y recibir una negativa de su parte.

Otro en su lugar ni dos veces lo habría pensado y hubiera accedido inmediatamente.

No entiendo la razón que le impide acceder a mi petición, se nota que lo desea al igual que yo. Pero de algo estoy segura, no voy a recibir otra humillación de su parte.


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Gisselita

Quiero hacerlo... no importa si es mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora