Una cosa es decir que me he quedado en la biblioteca del colegio por unas horas más y otra cosa muy distinta es haberme quedado dormida hasta la noche. No tengo ninguna excusa preparada ante sesenta y dos llamadas perdidas de mamá.
De seguro me matará. Busco por todas partes mi ropa que ha quedado esparcida entre las escaleras y el piso. Me coloco rápidamente el uniforme.
—Ven bebé, bañémonos juntos y allí nos vamos
—No, no alcanzo. Me baño en mi casa. Es demasiado tarde, mi mamá me matará —digo mientras lucho al ponerme los zapatos.
—Está bien, vamos.
La despedida es algo rara, están envueltos mis sentimientos y al mismo tiempo mis ganas de llegar rápido a casa.
Mauro me lleva en su auto para dejarme cerca. Entre besos asegura que ha sido su mejor tarde y que va a esforzarse por regresar de vez en cuando. Eso espero de verdad.
A medida que me acerco a casa voy temblando de los nervios. Tal como me he imaginado mi mamá está encolerizada. Me regaña fuerte por no contestarle y por no tener qué decirle. Lo que más me inquieta es que me mira de forma extraña.
Estoy demasiado nerviosa porque siento que mi cuerpo me delataba que ya no soy virgen y que había tenido sexo toda la tarde. Sé que es absurdo pero estoy preocupada pero me esfuerzo por mantenerme normal.
—Te lo juro mamá nunca más va a volver a pasar lo de hoy —suplico. Es cierto porque ya no veré a Mauro más.
—Espero que sea cierto, porque la próxima te castigo de verdad.
—Te lo aseguro será la última vez —le prometo y me levanto del sofá. —Voy al baño a ducharme.
Quiero salir corriendo ante la mirada escudriñadora de mamá. Pero no tengo tanta suerte porque también se levanta al mismo tiempo caminando detrás de mí. Aquello me hace sentir muy nerviosa, pareciera que me observa de arriba abajo. Aunque el camino se me hace largo al fin llego a mi habitación.
—Hueles raro Anny —dice arrugando la nariz. Creo que me pongo blanca al escucharla. Por mi mente pasa la idea si se puede percibir cuándo alguien deja de ser virgen. ¿Será eso posible o es instinto de madre?
—Por eso voy a bañarme, he andado con el uniforme todo el día. —Trato de fingir normalidad
—Es otra clase de olor, ven acá acércate. —Me debato pensando. Con temor me acerco poco a poco y empieza a recorrer mi cuerpo con su nariz. Mi respiración se acelera de inmediato luego me mira fijamente pero no dice nada.
Me separo de ella y lentamente empiezo a quitarme los zapatos dándole tiempo que se marche pero no lo hace. Sigue mirándome inmutablemente, así que entro al baño para quitarme la ropa pero cuando voy a cerrar la puerta con seguro aparece mi mamá.
—¡Mamá! —grito reprochando al verla en el baño —Es incómodo que me mires mientras me desnudo ya no soy una niña. ¿Qué pasa?
—No tiene nada de malo que entre al baño, soy tu madre. —dice. Sospecha algo estoy segura
Al ver que no empiezo a sacarme la ropa se acerca y desabrocha la blusa. Al notar su mirada de horror y decepción miro mis pechos y quise desaparecer en ese momento: hay pequeños chupetones rojos en mis senos.
—Mamá yo... —no puedo decir nada más porque siento una fuerte bofetada en mi rostro —Mamá... —vuelvo a hablar para decirle que me perdone pero siento otra bofetada. No aguanto más y empiezo a llorar ruidosamente.
—Quítate la ropa ahora mismo —hago lo que me pide. Empieza a oler la ropa. —Me das vergüenza, eres peor que una prostituta, tu ropa apesta a semen. Me avergüenzo de tener una hija como tú. —mis lágrimas no paran al escuchar todo lo que me dice.
Tras todas sus palabras hiriente y todas las pruebas tuve que confesarle la verdad. Le dije que ya no era virgen que antes nunca me había acostado con nadie más. Que solo fue esa tarde.
Al final cumplí con lo que tanto le preocupaba a Mauro, no dije que él había sido mi primera vez. No quería perjudicarlo. Por mucha presión y amenazas que recibí de parte de mi mamá nunca hablé de él.
La relación con mamá nunca llegó a ser la misma desde aquella ocasión. Ya no confiaba en mí como antes lo hacía y sé que tenía toda la razón.
Terminé el colegio, mi primer año de universidad estaba en su curso lo que significó irme de casa. Aquello alivió un poco la tensión entre nosotras. Ahora nos llevamos mejor, no igual que antes pero mucho mejor.
Cada noche volvía a pensar en lo ocurrido con Mauro, no habíamos vuelto a vernos, sus llamadas y mensaje siempre llegaban a mi teléfono, pero su presencia que era lo que importaba no estaba.
Solo quedaban los recuerdos, recuerdos que difícilmente se iban a borrar de mi cuerpo y mente.
No me arrepiento que mi primera vez se la haya dado a un hombre mayor, fue grandioso aunque deplorable al ser descubierta el mismo día de perder la virginidad por mi madre. A veces ese es el precio de lo que deseamos.
Mientras voy camino a mi próxima clase sonrío al recibir un mensaje precisamente de él.
Mauro: Hola bebé. El fin de semana viajo.😍 Al fin nos veremos. 😘
Mi cuerpo se agita automáticamente con solo enterarme que va a venir. Estaré ansiosa esperándolo.
En el fondo sé que voy a tener muchos encuentros con él, quizá no seguidos. Cuando nos encontremos estoy segura que quedaré compensada hasta el próximo encuentro.
Amaré por siempre y me dejaré amar por mi hombre mayor hasta cuando él así lo quiera...
Contnúa en el Libro 2
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Quiero hacerlo... no importa si es mayor
Teen FictionLIBRO 1 Trilogía "Querer" Anny es una adolescente de 17 años que vive con su madre, su vida es normal como cualquier joven. De repente se ve envuelta en un romance platónico con Mauro, quien es 26 años mayor que ella llevándola a sentir emociones oc...