Capítulo 10

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Una vez en casa subimos a su dormitorio besándonos, me adhiero a él con la intensión de no despegarme jamás, quiero recordar este día siempre. Mis lágrimas luchan por salir y hacer gala de mi tristeza pero las retengo y doy paso al momento de felicidad que estoy asumiendo. Quiero que me haga suya, no tengo dudas y quiero que él tampoco las tenga.

Nos quitamos las ropas mientras vamos hacia su habitación. Una vez en la cama nos acariciamos mutuamente, sus manos recorren mi cuerpo desnudo embriagado de placer. No puedo negar que estoy un poco ansiosa sobre todo ahora que Mauro está desnudo sobre mi.

—¿Lista? —pregunta mientras me mira fijamente. Asiento aún con mi corazón latiendo a mil por hora. Nuestras bocas vuelven a unirse en un beso diferente: abrasador, caliente y afanoso.

Mauro ahora saborea mis pezones como si fuera lo más dulce del mundo. Con su mano posesiona su miembro en mi feminidad, empieza a introducirlo y yo contengo la respiración al sentirlo entrando y provocando un poco de presión y dolor. Clavo mis uñas en su espalda y empiezo a clamar, mis lágrimas están a punto de salir.

—Shhh tranquila —susurra dándome un beso corto a mis labios —Ya mismo pasa el dolor —besa nuevamente mi boca mientras sigue introduciéndolo poco a poco. El dolor empieza a aumentar y no aguanto más.

—Ay me duele Mauro, ay...detente...ay... —Empiezo a gritar y removerme debajo, él presiona más su cuerpo sobre el mío. Quiero detenerlo porque me duele horrible.

—Solo es por un momento —besa ahora mi nariz — tranquila mi amor. Va a pasar rápido el dolor. —Niego con la cabeza mientras empiezo a llorar.

—¿Quieres que pare? —pregunta deteniéndose pero aun ejerciendo presión en mi sexo con su miembro.

Cierro mis ojos mientras lágrimas caen de dolor. En este momento no sé si quiero que pare, pero no pensé que doliera tanto. Quiero hacerlo, así que me toca aguantar; ya estoy aquí y no voy a retroceder en estas circunstancias.

—¿Cuánto falta? —pregunto entre sollozos.

—Recién estoy ingresando —me mira con pena —aún falta lo más doloroso bebé. Lo siento pero así es la primera vez, va a doler hasta que tu feminidad se amolde a mi miembro.

Vuelvo a cerrar los ojos, en vez de calmarme me ha hecho dar más miedo. Si recién va ingresando y me duele mucho donde tiene su miembro no quiero ni imaginar cuánto me dolerá cuando atraviese mi imen.

—Sigue pero despacio por favor —digo.

Enseguida vuelve a ejercer presión un poco más y vuelvo a gritar y negar con mi cabeza apretando sus brazos con fuerza.

—No aguantaré para por favor, ya no quiero hacerlo —le suplico. En este momento estoy dispuesta a arrepentirme, me duele mucho.

—Si puedes aguantar bebé, es algo natural. Te prometo que solo dolerá un ratito más. Tranquila mi amor —dice mientras mi dolor aumenta cuando lo siento más adentro.

—Ya no quiero hacerlo Mauro —le digo entre sollozos

— ¿Paro? —Vuelvo a quedarme callada. Quiero que pare al sentir dolor pero quiero hacerlo con él. Maldito dolor, maldita virginidad.

—No, sigue pero despacio —sonríe, y vuelve a penetrarme, pero esta vez lo hace de un fuerte empujón. No puedo evitar expresar mi dolor con un último grito.

—Ya pasó bebé —besa mi frente —tranquila si, lo más difícil ya pasó. —sollozo un rato más mientras el dolor va disminuyendo. Acaricia mi cabello y me da cortos besos por un momento más.

Empieza a moverse lentamente. Extrae su miembro y despacio lo introduce otra vez provocando punzadas de dolor. Escucho gemidos de placer que salen de su boca. Poco a poco el dolor ya no es insoportable pero hay dolor. Sus embestidas van aumentando, en escasos segundos se vuelve placentero a tal punto que empiezo a disfrutarlo.

—Me encantas —susurra besando mi cuello

—Por fin lo hicimos —digo. Él sonríe cuando se lo menciono.

—Sí mi gritona —me da un beso —Al fin lo hicimos. —Se mueve con más fuerza. Igual que él empiezo a gemir, mi cuerpo empieza a sufrir un estremecimiento que va y viene haciéndome gritar de placer.

—Eso es amor, disfruta este momento tal como lo estoy haciendo yo —dice mientras empiezo a disfrutarlo. Me muevo al mismo vaivén de él, en toda la habitación se escuchan nuestros jadeos y quejidos.

Mauro también grita y se estremece, vuelve a moverse hasta que sale rápidamente de mí, siento un líquido tibio en mis piernas y abdomen.

Me besa enseguida atrayéndome a su cuerpo. Acaricia mi espalda lentamente, mientras nuestras respiraciones se regulan, disfruto de su agradable caricia.

—Te amo Anny —dice mientras me aprieta más a su cuerpo —Gracias por dejar que sea tu primera vez.

No digo nada porque estoy asimilando este momento que tanto he deseado con él. Estoy feliz no había dudas y no me arrepento de haberlo hecho.

—¿Crees que puedes llamar a tu mamá e inventarle algo para que puedas pasar la tarde aquí conmigo? —le hago caso y llamo a mi mamá para decirle que voy a quedarme en la biblioteca. Mauro llama también a su madre diciéndole que va a llegar más tarde porque se le presentó algo muy importante. Aquella tarde resulta ser la mejor de mi vida,


Sus embestidas aumentan en mí, mis gritos y jadeos de placer llenan el lugar. He experimentado mis primeros orgasmos lo cual es indescriptible la forma que hace estremecer mi cuerpo.

Todo parece como si lo hubiéramos planeado, nuestros cuerpos desean esto desde hace mucho tiempo. Lo único que se nos ha pasado por alto es la protección. Pero Mauro hace todo lo posible para tener mucho cuidado.

En esta tarde somos uno solo sin diferencias de edades ni obstáculos. Es cierto que soy una niña frente a todo un hombre, pero no me importa.

No me importa haber entregado mi cuerpo, mi primera vez a alguien que quizá nunca más veré, no me arrepiento para nada.

Nunca olvidaría lo que habíamos hecho en esta tarde, quedaría grabado en mi mente por siempre.


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Gisselita

Quiero hacerlo... no importa si es mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora