¿Escuela de señoritas?

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  Lamento la tardanza - dijo una voz algo agitada.
- ¿Parkinson de nuevo por acá? - respondió la mujer sin voltear a ver a la chica.
- Si, ¿Recuerda que me reprobó el año pasado? - dijo la morena de malagana.
- Jovencitas, mi nombre es Adele Glegg, y para ustedes soy la Srta. Glegg. - continuó la mujer ignorando por completo el comentario de Pansy.
- ¿Señorita? ¿A esta edad? Era de esperarse - dijo una chica morena en susurro, causando la risa de las niñas cercanas... incluida la sonora carcajada de Luna.
- Tengo excelente oído, Deane - le respondió a la muchacha morena, sin borrar su sonrisa. - y Lovegood, esa carcajada no es acorde para una señorita, ambas se quedaran horas extras después de la cena.

Luna bufó molesta, no llevaba dos minutos allí y ya estaba castigada.

- Muy bien, es hora que vayan a sus habitaciones, en el ala oeste de edificio. - dijo la mujer sin borrar aquella sonrisa, que honestamente era espeluznante.

La rubia caminó a duras penas con sus bolsos, seguida por muchas muchachas, entre ellas, Pansy.

- Córrete Lunática ¿Qué no ves que estorbas? - dijo antipática.
- Es cierto, estas mas gorda que el año pasado Parkinson, corranse todas chicas - dijo la misma morena con sorna.
- Cállate Deane, ¿Acaso quieres llevar un récord en esta escuela? Si no me equivoco este es tu tercer año.
- No hables muy fuerte Parkinson que me llevas la competencia.
- ¡ Por favor yo soy una dama que la gorda de Gless no quiera entenderlo no es mi problema!
- ¿Cómo dices? - dijo Deane alzando una ceja,
- Me oíste bien, la solterona de Gless me tiene sangre en el ojo y no me dejará salir aunque todos sepan que yo... si soy una dama.
- Castigada Parkinson, es cierto realmente le tengo "sangre en el ojo" - dijo la mujer a espaldas de Pansy.

La morena sonreía ampliamente, ya que había visto a la mujer mucho antes y por eso había provocado a Pansy. La slytherin hizo una gran mueca de disgusto y camino hasta el ala oeste, lugar donde ya se encontraban las otras jovencitas.

- ¡Qué rayos! - grito una pelirroja espantada.
- ¿Dónde están las puertas? - dijo otra rubia.
- No pidan tanto y agradezcan que este año las duchas tienen puerta - dijo Deane tendida en una cama.
- ¡ Soy una Wakem, no dormiré junto a todas ustedes! - grito una muchacha delgada, de cabellos cafés y mirada fría.

Luna observaba la gran habitación, habían alrededor de 100 camas ordenadas, si un muggle lo hubiese visto lo habría comparado con las camas de la milicia... pero en rosa.

- Hola - dijo la morena a Luna.
- Hola - le respondió la rubia sonriente.
- Mi nombre es Maggie Deane
- Luna Lovegood
- OH, ¿ tu padre era el editor del quisquilloso?
- Sí
- En Estados Unidos siempre leíamos ese periódico, soy inglesa, pero mis padres decidieron que estudiara en América, claro que cada verano viajamos a casa de mis abuelos.

La rubia observó con mayor atención a la chica, tenia grandes ojos cafés, mimetizados a la perfección con su piel negra, su cabello eran finas trenzas con adornos de piedra que le llegaban hasta la cintura, era mas alta y esbelta que Luna y tenia una sonrisa amplia que hacia resaltar sus dientes blancos.

- No te ves mala. - dijo Luna en voz alta.
- Gracias, eso intento - respondió la chica extrañada. - sí, me veo un poco grande, es que tengo 18, mis padres me envían cada año a este lugar... pero al parecer no entiendo. - agregó respondiendo la pregunta mental de Luna.
- Es mi primera vez.
- Sí, lo noto
- No te llevas muy bien con Pansy.
- ¿Alguien se lleva bien con ella?
- "Al parecer Draco" - pensó la rubia - no realmente - respondió con una sonrisa.
- Veo que tenemos algo en común, a ella nadie la pasa.

El resto del día fue de , el almuerzo consistía en una pequeña mandarina y algo de jugo y el resto del día la Srta Gless le enseño la diferencia entre ropa de gente normal y ropa de señoritas.
Al llegar a la cena Luna pensó automáticamente en Draco (¡cómo no! ) Y es que las comidas realmente tenían un aspecto horrible, y las pocas "comibles" eran entregadas en raciones muy, muy pequeñas.
Luna y Maggie caminaron hacia su castigo, no fue nada agradable, debían fingir que estaban en una fiesta de té. Pero al cabo de unas horas la Srta. Gless se hartó de las conversaciones sin sentido que llevaban las chicas y decidió enviarlas a dormir, con la condición que mejoraran a la mañana siguiente.

Cuando Luna llegó a su cama encontró una pequeño sobre que en finas letras de tinta verde decía: "Srta. Lovegood", acompañado de un pequeño paquete de galletas.
La chica sonrió automáticamente y abrió el sobre sin pensarlo dos veces.

Horas antes Draco caminaba en su habitación, con un par de preguntas en la mente. ¿Que habría hecho si su madre no hubiese llegado en aquel momento? ¿La habría... besado?
- Se veía tan bien en ese bikini - pensó el chico mientras buscaba una hoja y algo de tinta.

Tomó asiento en su escritorio y comenzó a escribir.

Lu... Lovegood:

Sin otra alternativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora