VII

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Mamá abre la puerta de tu habitación.

Te ve tan triste,

tan vulnerable,

tan frágil.

Que se arrodilla a tu lado,

te acaricia la mano,

y tú la apartas de tu lado.

Te pide perdón.

La miras con odio con las lágrimas aún,

tanto en tus ojos,

como en tus mejillas.

Al final,

os acabáis reconciliando.

Al día siguiente,

le cuentas a tu mejor amiga

la locura que habías cometido

el día anterior.

Confías en ella,

pero en el recreo,

viene aquella chica

que te robo a tu mejor amiga,

y te dice que si es verdad aquello

que le contaste con tanta confianza

a tu mejor amiga.

Te quedas parada,

¿por qué se lo habrá contado?

Te preguntas.

Lo dejas pasar,

de hecho,

sabes perfectamente que aquel grupo

de amigos que tienes,

se basa de cotilleos,

tanto de unos,

como de otros.

Y por mucho que te duela,

desde aquel momento,

también de ti.

Los días pasan,

los meses pasan,

y tu tristeza aumenta

sin saber por qué.

Sientes un dolor interior,

que no entiendes

por qué está ahí.

Te preguntas cada segundo

del día,

por qué te sientes así.

Papá,

tu papá,

ya no sabes donde está.

No sabes de él.

¿Dónde quedó mi papá?

Te preguntas.

¿Dónde quedó mi infancia?

Vuelves a preguntarte.

En el instituto,

ves a aquel chico,

ese chico que tanto te gusta.

Te gusta su mirada,

su pelo marrón.

Jamás te gustó el color marrón,

pero cuando lo viste en sus ojos

y en su pelo,

desde aquel día,

te diste cuenta de lo bonito

que había sido siempre el color marrón,

y que jamás te habías dado cuenta.

Te gusta,

te gusta mucho.

Él no es el chico más guapo,

ni el más fuerte,

ni el más alto,

pero a ti te gusta.

Te gusta cuando te mira

y te giña un ojo.

Cuando te lo cruzas por los pasillos

y con intención,

chocas con él,

te pide perdón.

"Perdón por no fijarme en ti",

tú solo escuchas eso.

Tus amigas,

con buen intención,

o no,

intentan juntarte con él.

Los días pasan,

y él comienza a hablarte,

comienza a sonreirte más.

Te vuelves loca por él.

Más.

Y un día,

a la salida del instituto,

se planta frente a ti,

y ocurre lo que tanto tiempo

llevas deseando;

te besa.

Se te hacen los segundos eternos,

y eso te encanta.

Dolor crónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora