XIII

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Tus ojeras,

tan solo con mirarlas

reflejaban en lo oscura

que se estaba convirtiendo

tu alma.

¿Arreglarse?

Hace meses

que no sabes que es eso.

Sales con un colega,

tan solo con uno,

¿por qué?

Porque de tres,

uno se va,

pero el que queda;

te falla.

Ya no te queda nada.

Estás sola, pequeña.

"Par de litros y para casa",

una frase muy dicha de cualquiera

de ellos.

Pero tú no vuelves a casa,

tú tienes ese pequeño rincón,

pequeño pero a la vez tan grande

cómo el infinito vacío

de adentro tuya.

¿Irónico?

Cierto.

Piensas en la gente,

sobre todo en papá,

en tu papá,

aquel hombre al que te pareces

como bien te dice mamá,

en ese hombre que

veías de vez en cuando,

y aquel padre que

apenas te ha llamado

en los últimos meses.

Ese padre,

que te dedicó tanto tiempo,

que se le gastó.

Aquel hombre que

niegas odiar,

pero odias querer.

Tu vida en sí

es un contradicho constante.

Piensas en ese chico,

aquel que te hacía quemarte

al quererle,

y ese personaje,

que te hizo llorar

tanto como lo quisiste.

¿Ya andas llorando otra vez?

Abre los ojos,

no te vale de nada seguir así.

Directamente,

no te vale la pena seguir.

Te odias,

te odias por haber demostrado

tanto por personas

que ni se molestaron en ver

lo mal que lo pasabas,

y tan poco por los que

realmente querían verte bien.

Te odias a ti,

¿por qué, cariño?

¿Por qué ya no eres

la niña de ojos tiernos

y sonrisa en rostro?

¿Por qué ahora eres

la chica de ojeras profundas

y cigarro en mano?

¿Por qué ya no eres

la niña de amor

en el corazón

y

ternura en la mirada?

¿Por qué ahora eres

la chica de rencor

en el corazón

y

odio en la mirada?

Dolor crónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora