Le gustas cariño,
¡le gustas!
Tenéis una relación,
quedáis cada tarde.
Pero aquel chico dulce
esconde algo,
y no sabes qué.
Por él,
comienzas a escaparte de casa,
comienzas a llegar más tarde,
discutes más con mamá,
con tu mamá.
Los gritos,
las peleas,
los golpes,
los llantos:
se vuelven constantes.
Aquel novio que tanto quisiste,
él se llevó tu flor,
la poca felicidad que te quedaba.
Un día te invitó a que fueras con él,
y con un grupo de amigos.
Viste allí a aquel chico que entró al chino,
el mismo día que fumaste tu primer cigarro.
Querías que alguien te explicara
la razón,
de por qué tanto alcohol,
tantos cigarros,
y tanta hierba.
¿Quién era realmente tu novio?
Aquel día
al volver a casa,
discutisteis;
te pegó.
Te quedaste extrañada,
no sabías ni como reaccionar.
Iba colocado.
Iba drogado.
Iba bebido.
Iba muy mal.
Pusiste aquella escusa
y lo dejaste pasar.
Los días pasaban,
él ya no era el mismo.
Ya no sentías que te quisiera,
ya no te acariciaba,
ya no quedabais en las tardes.
Al tiempo te enteraste de que él,
aquel chico del que realmente te enamoraste,
te había estado engañando durante meses,
con una,
con otra,
con la de allí,
con la de allá.
Llorabas para calmar el dolor,
fumabas para calmar el dolor,
quemabas su recuerdo para calmar el dolor.
No querías recordarle.
No querías verle.
Te dolía verle con otras.
Te dolía verle tan mal,
tan borracho,
tan drogado.
No te gustaba verle así.
Al tiempo te enteras de que tu mejor amiga,
se acostó con él,
mientras teníais una relación.
¿Cómo fue capaz?
¿Cómo fue capaz de hacerlo tu mejor amiga?
Pero sobre todo,
¿por qué?
¿Qué le habías hecho tú?
Te derrumbaste.
Tú relación con ella se cortó de golpe,
y te viste realmente sola.
No tenías a nadie.
Dejaste de salir.
Dejaste de comer.
Dejaste de dormir.
Dejaste de vivir.
Solo respirabas.
Empezaste a fumar mucho,
mucho más que antes,
ibas a paquete por día.
Empezaste a beber alcohol;
ginebra, ron, vodka.
Te daba igual el qué,
si tan solo eso lograba calmar una pizca
del dolor que había en tu interior.