Después de tanto,
comprendiste que para
fortalecerse
uno tiene que sufrir;
hasta querer matarse.
Que para querer,
tienes que sentir que
si te lo arrancan de tu lado;
morirás.
Que para olvidar,
tienes que llegar a odiar
para que el sentimiento
acabe transformándose
en puro veneno.
Que para sobrevivir
debes de mirar por ti
y no por nadie,
que nadie más que tú
puede llegar a conocerte.
Aunque siendo realistas
jamás te llegarás a conocer
realmente,
porque si hay algo que varía
en nosotros,
son las situaciones.
Un día
puedes tenerlo todo:
amigos,
familia,
amor,
dinero,
ilusión,
fuerza
e incluso,
cosas que
ni siquiera eras consciente
de que tenías,
cuando
de un segundo a otro,
lo pierdes absolutamente todo,
llevándose las ganas de seguir.
Y lo peor que ésta tiene,
es que te hace valorar
las cosas,
cuando las pierdes.
Te hace odiarte,
por no saber valorar
las cosas en su momento,
por prestar atención
a verdaderas tonterías.
Te hace darte cuenta,
de que perdiste tiempo
llorando por gente
que ni merecería
que pasasen por tu mente.
Comprendes,
que el dolor
tan solo crea arte,
y es demasiado triste,
como algo tan profundo,
tan bonito y delicado,
viene de alguien
tan hundido,
tan destrozado y tan vacío.
Te das cuenta,