Capitulo 29

21 2 0
                                    


Cuando estuvo frente a mí, sonrió a un más. Puso su mano derecha en mi hombro izquierdo y dijo.

- Christina... colega, es un placer conocerte – saludó.

Intente decir algo pero las palabras no salían de mi boca.

- Soy Meétak White, el ultimo guardian antes de ti – sonrió burlona mente- veo que te asombramos un poco.

Moví mi cabeza.

- No... no es... no es eso, es solo que...

- Que, no nos imaginabas tan jóvenes – dijo.

Asentí.

Pasó su brazo alrededor de mis hombros y me señaló a todos los demás, que a medida que posaba mi mirada en cada uno de ellos asentían sonrientes, como si conocerme fuera lo mejor.

- Todos ellos y yo... incluso tu séquito, tu oráculo y tu, van a gozar en los brazos de la diosa.- hizo una pausa, puso sus manos en mis hombros y me miro a los ojos – al morir la diosa nos deja estar con ella, entonces ella nos devuelve nuestra juventud.

- ¿Cuántos años...tienes?

- 20 años.

- ¿y que pasa con todo lo que saben?

- Sigue con nosotros.

Siempre sonriendo.

- ¿Qué sucedió hace un momento, por que ahora no son sombras como antes?

- Tu miedo alimentaba al mal, por eso no podíamos acercarnos a ti. Al oler tu miedo, su poder crecía y nosotros solo eramos sombras que merodeaban por ahí; pero como sabes ahora, eso no es así.... Pero ya no tienes miedo.

No ahora ya no tenia miedo.

Mira a todas partes, el bosque era hermoso, pero intuí que no nos encontrábamos en un lugar ajeno a mí o a ellos. Este tenia que ser el bosque del pueblo. ¿Por qué estábamos allí?

- ¿Donde estamos? – pregunte aun dudosa.

Una chica con cabello marrón, bajita y pecosa, que aun así se veía estupenda. Se acerco a mí. Pude identificarla, ella era leonor el oráculo de Meétak.

Me dio una sonrisa cálida.

- Estamos en las afueras del bosque del pueblo, tal vez nunca hayas estado allí en forma humana, pero como licantropo, tal vez. Así que probablemente reconocerás alguna partes.

- Christina necesitamos que sepas donde se encuentra...

Un remoto rincón de mi mente pude escuchar que me llamaban, no podía identificar bien quien era.

Leonor tomó mi mano y me puso algo en ella.

- No abras tu mano hasta que despiertes.

- ¿esto es un sueño? – pregunte desconcertada.

- No christina, esto no es un sueño – respondió Meétak.

- Tienes que despertar, pronto nos volveremos a ver – dijo Leonor.

- Pero...

- Tranquila, confía en nosotros – intercedió Meétak.

Todo se disolvía, esa voz volvió a escucharse. Pero esta vez supe que era tyler quien me llamaba.

Todos se inclinaron a modo de reverencia, sonrientes.

Mientras yo, solo pude asentir un tanto frustrada.

Cuando abrí mis ojos tyler se encontraba frente a mí, al verme despierta sonrió y me planto un casto beso en los labios.

- Mi bella durmiente, tenemos que irnos – posó su mano en mi rostro – ya es hora.

Sonreí levemente.

Me paré de la cama y me estiré, nos cambiamos por ropa que se pudiera destrozar. Yo me puse un top y un esqueleto, con una sudadera. Sin zapatos. Tyler solo se puso unos pantalones desgastados. Pero también iba descalzo. Salimos fuera a la parte trasera de la casa, dejamos escondidas unas mudas de cambio para cuando regresáramos.

Poco a poco fueron llegando, sheila se acerco a mi y me abrazó. Sentí un cosquilleo por todo mi cuerpo, viéndola de cerca tenia rasgos de charlie que a su vez tenia yo. Bueno, después de todo tenia hermana, unos meses menor que yo. Si, sheila ahora es mi hermana.


La noche te reclama suyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora