Me miré los pies rápidamente.
-Oh, oh-la muchacha soltó una risa de alivio y se llevó una mano al pecho-. ¡Me has dado un gran susto, Junie! ¡Creí que se trataba de la Presidenta! ¡Uff! ¡Imagínense que raro habría sido!
Pestañeé con la mirada perdida y asentí ligeramente con la cabeza.
-L... Lo... Lo lamento-tomé aire profundamente por la nariz y levanté la vista hacia Yoongi, que me miraba con ninguna emoción aparente en el rostro-. Betty me ha pedido que te avise... que... hum...
-Pero... ¿¡qué es esto!?-comenzó la rubia, con una nota dulce en el tono de la voz-. Te hemos incomodado, ¿es eso? Lo sentimos-sonrió-. Ustedes deben ser como hermanos, debe ser raro...
Una risa histérica me subió por la garganta y la dejé escapar como borbotones ahogados.
Debió de darme una sorpresa monumental aquella situación, porque no podía volver en mí: se me habían tensado los puños a los lados de la cadera, sonreía como si alguien me tirara de las comisuras y sentía un profundo hueco en el pecho; algo así como cuando alguien mete una cuchara en el helado.
-Nada de eso-me apresuré a responder, consciente de que Camille no le veía el chiste-. Estoy acostumbrada.
-¿Acos...-la muchacha le clavó una confusa mirada a Yoongi-... tumbrada?
-Oh, sí.
Yoongi entreabrió la boca para decir algo, con creciente indignación, y luego la cerró. Se acercó a mí arrastrando los pies y se apoyó en la puerta abierta.
-¿Qué crees que haces?-murmuró, aunque su novia podía oírlo a esa distancia.
-¿Por qué? Yo sólo vine a avisarte que la comida está hecha.
El muchacho me miró con los labios entreabiertos y las cejas fruncidas.
Ojalá pudiera descifrar sus expresiones... Sería verdaderamente útil.
-¿En serio? ¿A eso viniste?-tanteó.
Dejé escapar el aire en una especie de risa cansada.
-¿A qué otra cosa vendría? No es un espectáculo que quiera ver-miré sobre el hombro del muchacho y le sonreí a Camille, que parecía totalmente despistada-. Lamento haberlos interrumpido. Es genial verte aquí.
Mentira.
La muchacha me devolvió la sonrisa. Pie para irme.
Me giré y sentí como los fríos dedos de Yoongi se cerraban en torno a mi muñeca.
-Suéltame-ordené. Yoongi no respondió, ni me soltó-. ¡¡¡Que me sueltes ahora mismo, maldita sea!!!-grité; y al instante el amarre aflojó.
Lo suficiente para soltarme y apurarme a recorrer toda la sala de estar hasta las escaleras.
Mientras bajaba los escalones de dos en dos me rogaba a mí misma no llorar. No me sentía triste por un "repentino amor" hacia Yoongi, sino más bien una especie de furia. Me sentía ilógica e irrevocablemente traicionada. Me sentía estúpida; tan estúpida como si tuviera la culpa de algo. Y, pensandolo bien, tal vez sí tenia algo de culpa: ¿podría haber creído, en algún momento, mi estúpido corazón, que tenía alguna oportunidad de compartir algo con Min Yoon Gi? ¿¡Con Min Yoon Gi!?
No dejé que las lágrimas que pugnaban por salir terminaran por correrse por mis mejillas, así que me limpié los ojos con el dorso de la manga.
-¿Junie?-inquirió una vocecilla al pie de la escalera.
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Eh, Pabo! [Min Yoongi]©
Fiksi Penggemar*Pabo es una palabra coreana que significa "estúpida, tonta" Mi madre ha conseguido trabajo a tiempo completo gracias a la Presidenta Min, por lo que debemos mudarnos a su mansión en las afueras de la ciudad. Todo habría sido maravillo...