EL RETO

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-¡Estás loco! -Le exclamé. -¿Por qué a muerte?

-Ten fe en mí, además estoy ganando tiempo.

-Ganando tiempo, ¿A qué te refieres?

-Rahab está buscando a Nazim pero sabe que la caravana no puede quedar sin protección, regresará y enfrentará a los hombres de Ramsés, sólo debo mantenerme en pie hasta entonces.

-¿Porqué lo haces? Sólo tenías que dejar que me llevara.

-Nunca lo permitiría. -Y diciendo esto tocó mi mejilla con delicadeza. Para luego agregar: -Eres muy valiosa para tu padre y para mí.

-Estoy esperando. -Gritó Ramsés quién se había quitado la camisa y túnica dejando mostrar sus robustos brazos y amplia espalda.

Jamîl lucía relajado, muy confiado, a diferencia de Ramsés que vislumbraba el deseo de acabar rápido y marcharse tan pronto como fuera posible, él no era tonto, conocía las intenciones de Jamîl, lo eliminaría aprisa y se pondría de camino, apenas pudiera contraer nupcias conmigo y convertirse, según su retorcida mente,en el nuevo dueño y señor de Yemen, Egipto y de todo África si le fuera posible , la sola idea me enfermaba. El tesoro se encontraba en su poder, la profecía debía ser cumplida o sus hombres dudarían de él y perdería el control que ejercía sobre ellos. Debido a su afán de terminar con esa farsa, se abalanzó sobre Jamîl tumbándolo al suelo propinándole dos fuertes golpes en el rostro, al querer dar el tercero, Jamîl lo empuja con sus piernas . Un hilo de sangre recorre al extremo izquierdo de la cara de Jamîl, Ramsés le había hecho una pequeña herida en la ceja.

Ramsés trata de embestir a Jamîl por segunda vez, pero este lo esquivaba con habilidad, molesto el árabe trata de golpearlo de nuevo pero Jamîl lo evade con facilidad, no le devuelve los ataques, únicamente se defiende, su intención no era pelear sino esperar a Rabah. Pero Ramsés no permitiría que nada arruinara sus planes y logra sorprenderlo con un derechazo directo al abdomen que hace que Jamîl quede sin aliento y mientras se repone, su adverdario aprovecha y lo golpea con fuerza por el pecho, Jamîl cae de espaldas sin poder levantarse.

-Detente. -Grité, desesperada. -Déjalo, me iré contigo.

Pero Ramsés ignoró mi petición y se dirige a Jamîl para darle muerte. Se agachó junto a él e intenta estrangularlo, pero Jamîl lo patea a la altura de la cadera y viendo que no lo liberaba, comienza a propinarle varios golpes seguidos en el abdomen, terminando con un puñetazo en sus genitales.

Ramsés es ahora el que cae retorciéndose del dolor, trata de enderezarse, pero Jamîl no lo permite, llegando por detrás lo toma de la cabeza y la gira, y es todo, el cuerpo de Ramsés cae sin vida. Ahogué un grito cubriendo mi boca con ambas manos.

Los hombres de Ramsés se miran sin saber muy bien qué hacer, se ve la incredulidad en sus facciones, su líder fue vencido y deben cumplir con lo pactado. Un hombre afroamericano, se acerca a Jamîl y habla con él en árabe, luego sin recoger el cuerpo poco a poco suben a sus caballos y camellos y se retiran en silencio. Nazim se marcha con ellos, sabía que si se quedaba sería acusado de traición y ejecutado.

Me encontraba aturdida, no reaccionaba, acababa de ver morir a un hombre, respiraba con dificultad ya que sentía que el aire me faltaba, Jamîl trató de aproximarse pero le hice señas para que no lo hiciera. A los pocos minutos Rahab y su gente aparecen dándose cuenta de lo sucedido, hablan con Jamîl y los sobrevivientes. Rahab rasga sus vestiduras en señal de indignación por la traición de Nazim y luego escupe en la arena, como signo que ya no tenía hermano.

Atendieron a los heridos incluyendo a Tiaret, cuya bala le había rozado el brazo izquierdo. Ayudé pero evadía a Jamîl, él comprendió que no era el momento y me dio espacio.

Al anochecer varias fogatas ardían y al igual que la noche anterior los hombres se turnaban en sus guardias, pero esta vez no había baile, canto ni risas, sólo dolor y pesadumbre. Me retiré temprano a la tienda y pronto Tiaret ingresaba para conversar conmigo.

-¿Piensa ignorarlo para siempre?

-¿De qué hablas?

-Sabe de qué.

-No puedo evitarlo, viste la manera en que lo mató.

-¿Y si no lo hubiera hecho? Ahora sería Ramsés el victorioso y Jamîl estaría muerto, usted rumbo a convertirse en reina y ser desposada a la fuerza. Jamîl la liberó, debería de agradecérselo y no señalarlo, hizo lo que tenía que hacer.

-¿Estás molesta conmigo?

-No, pero sí un poco decepcionada, no creí que actuara así con él después de todo lo que arriesgó por usted, incluso su propia vida. Él pudo dejar que Ramsés se la llevara pero no lo hizo y sabe que le susurró a Sombra cuando nos pidió que si algo sucedía que huyéramos, le dijo: "Amigo, te encomiendo a la mujer que cautivó mi corazón, protégela aunque eso te cueste tu propio existir".

-¿Cómo lo sabes? -Se lo murmuró al oído.

-Aprendí a leer los labios, no tengo porqué mentirle señorita.

Me  levanté sin previo aviso y salí de la tienda, hacía frío pero no me importó, busqué por todos lados hasta que encontré a Jamîl conversando con Rahab, cuando él me vio, lo llamé y atendió a mi llamado. Cuando estuvo cerca, lo abrace, no intercambiamos palabra, él correspondió a mi abrazo y estuvimos así largo rato, hasta que con los ojos humedecidos le dije: -Perdóname.

Jamîl levantó mi rostro y terminando lo que dejó inconcluso la noche anterior me besó. Fue cuando comprendí porqué el desierto me llamaba, yo pertenecía a sus arenas, a su pasado, presente y futuro. Jamîl y yo estábamos predestinados a estar juntos desde antes de nacer, de alguna forma la profecía era cierta, Egipto representado en un joven hombre me reclamaba, así estaba escrito.

NAPKANAJI (El Secreto De La Pirámide De Saba)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora