Carl Grimes imagine

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Ella suspiró.
Maldito apocalipsis de mierda.
Se retiró de la ventana, se tiró en su cama por cuarta vez en el día y miró al techo.

Cuando dijo que no iba a salir de su cuarto después de su discusión con su padre la noche anterior, él creyó que solo no iba a ir a la búsqueda de suministros esa tarde, pero desde la mañana se encerró ahí y no había salido. Ni siquiera para comer algo. De todas formas, ella tenía en su cuarto algunas botellas de agua y dulces escondidos, así que no podía morirse de hambre ni de sed.

Unos golpes en la puerta la despertaron de su trance.
Creyó escuchar su nombre cuando abrió la puerta. Sin embargo, no pudo oír bien la voz de su padre. Inmediatamente supo quien era.
Lanzó un bufido y hundió su cabeza en la almohada.
"Que se vaya, que se vaya" repetía en su mente.
Ojalá su padre le dijera que no quería ver a nadie ahora, por que eso era lo que en realidad quería.

Oyó algunos pasos en las escaleras.
Después, la puerta se abrió con un leve rechinido. Después, no se oyó nada.
"Que se vaya, que se vaya, que se vaya"
Pero él no se fue. Nunca se iría. Y ella lo sabía.

Levantó ligeramente la cabeza de la almohada, pero inmediatamente volvió a ponerla en su lugar cuando vio la expresión seria del chico.
Oyó que se sentaba al lado suyo en su cama.
Una pequeña caricia en la cabeza la hizo levantarla de nuevo.

- Sé lo que pasó.- dijo él
- ¿Porqué no te vas?- continuó ella
- Pensé que podría animarte
- ¿Con qué?
Ahí dejo caer lo que había encontrado en la búsqueda de suministros.
Libros. Tres grandes y gordos libros que esperaban a ser abiertos.

- ¿Sabes que no pienso leer ahora, verdad?
- ¿Por que no?
Ella suspiró.
- Estoy cansada, es todo.

Él tomó el libro que le pareció más interesante.
- Capítulo 1- leyó
- ¿Pero que haces?
- Si no lo lees tú, entonces yo lo haré por ti. Alguien debe sacarte de toda esa mierda que tiene tu cabeza ahora.

Ella giró su cuerpo para estar acostada, pero con la vista hacia él.

La una y media de la mañana. Él seguía leyendo, con voz cansada y casi en susurros, pero no perdía el entusiasmo.
De repente, después de estar sumergido en la historia, que por cierto era muy buena y los había entretenido a ambos por un rato, vio a su lado y vio que la chica se había quedado dormida.
Sonrió, puso un separador en el libro y lo dejó sobre la cómoda.

Tomó una manta que estaba encima de una silla y se la puso encima para que no tuviera frío.
Sonrojado, le dio un pequeño beso en la frente y se dispuso a salir para irse a su propia casa.
Oyó un murmullo.
- Gracias Carl...
Sonrió de nuevo, la miró por última vez y cerro la puerta cuidadosamente.

Cuando ella despertara, iría de inmediato a reconciliarse con su padre, le pediría permiso para ir a la casa de Carl. Llegaría y Rick le diría que no quería salir. Entonces, ella subiría a su cuarto con el libro bajo el brazo.
Esta vez, ella sería quien no se iría.

Imaginas de Chandler Riggs y Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora