Razón N°4: Debilidad.
Parte 2. Garras, gatos y más problemas.
¿Qué podía hacer? Aguante las estúpidas lágrimas que amenazaban con salir y le di una ultima mirada, antes de salir huyendo por la puerta de la cafetería.
Sin darme cuenta choqué con alguien, con Marco.
Me ayudo a ponerme en pie y me miro con atención, él podía saber que te sucedía con tan solo verte a los ojos.
-Ven aquí.-dijo arrastrándome hacía los pasillos que llevaban a su cueva.
Apenas llegamos me empujo dentro del cuarto y se quedo mirándome fijamente.
-Marco...-susurré tratando de evitar el nudo en la garganta y las lágrimas. Suspiró.
-Dime Ana, ¿qué ha sucedido allí?-negué.
-Na-nada.-mi voz temblaba, y me sentía cada vez más débil.
Con paso rápido se acercó a mi y antes de siquiera darme cuenta, estaba llorando en el hombro de Marco mientras sus manos acariciaban mi cabello intentando calmarme.
-Cuéntame que ha pasado.-negué nuevamente, no quería, realmente no quería hablar de ello.
Mis sollozos se hacían cada vez más fuertes, ¿por qué lloraba por él?
-Y-yo...-intente hablar pero nada salia, solo lágrimas y más lágrimas.
Cuando al fin pude calmarme, Marco se alejo un poco, obligándome a mirarlo a los ojos.
¿Le contaba? ¿O no? Siempre le conté cosas, pero no sabia si esto era adecuado.
-¿Quién te ha hecho llorar, Ani?-él podría estar loco, ser un completo desconocido, y venderle sustancias tóxicas a unos alumnos de secundaria, pero era la persona mas considerada que existía.
-Él.-susurré apenada.
-Espera.-dijo y salió por la puerta.
Cualquiera que entrase por esa puerta, moriría de risa, o de shock. Me encontraba sobre la gran mesa que adornaba la "oficina" de Marco, con el a mi lado y dos potes de helado de chocolate que ambos comíamos, mientras le contaba lo sucedido esa noche.
-...Y luego, huí.-finalicé.
Después de unos minutos de silencio su risa relleno el lugar, y lo miré extrañada.
-¿Es que no te has dado cuenta, Ana?-¿Darme cuenta de qué? Lo mire aun mas extrañada y confusa. Chasqueó su lengua, y se dio vuelta para quedar frente a mi.-A ver, me estas diciendo que él te beso, de la forma más romántica y tú solo...¿huiste?-asentí.
-Si, es exactamente lo que acabo de decirte.-dije algo enojada, mientras su risa volvía a hacerse presente.
-Es obvio que él no se burló de ti.-
-Claro que lo hizo.-dije.
<Lo hizo y dolió.>
-Ana, piensa como un hombre, ¿qué sentirías si le dieses el mejor beso y el mas romántico y cursi a la chica que te gusta para después irse huyendo? Si eres hombre, tienes orgullo, y un orgullo pisoteado hace a un hombre sentirse de lo peor.-lo miré sin creerlo.
Había entendido todo, él no quiso tratarme mal, solamente estaba furioso por haberlo dejado solo después de eso. ¿Podría ser eso...? De todas formas, no tenia porqué tratarme de esa forma, y era una razón para estar enojada con él.
-No creo que sea tan capullo como para dejar a ir a alguien como tu.-me sonrió, y le devolví la sonrisa.
-Gracias, Marco. Eres un gran amigo.-negó con la cabeza altaneramente.
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10 Razones para NO Enamorarse (#10RPNE)
Teen FictionAna tiene 16 años y se niega rotundamente a enamorarse. Sin embargo, su mejor amiga, Lucía, le apuesta que no va a poder escribir 10 Razones para no enamorarse sin enamorarse...