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--Muévete coño.-le dije a mi amiga jalándola del bolso.

--¡Ahhh! Casi me caigo Becerra.-dijo. Reí.

--Entonces Muevete ¡Eso me pasa por venir con las dos chicas más postinudas del mundo!-grite enojada.

--¡Oye! Yo no soy postinuda.-dijo mi prima, me volteé hacia ella para levantar una ceja mirándola.--Solo un poquito.

--Igual no hablaba de ti, hablaba de la miss potra que aún no se baja del auto.-dije, señalando con el dedo a mi otra amiga, que estaba en el auto comiendo y no quería bajarse por qué decía que le daba vergüenza que la vieran comer.--Bueno saben que, mamense uno, me voy, las espero allá.-dije, tomando mi maleta y comenzando a jalarla por el camino de tierra.

Está bien, admito que la idea de este campamento no sea la mejor que había tenido, en realidad era un asco, ¿Quién me manda? Nojoda, yo siempre supe que esto de los campamentos era lo peor del mundo, sol, trajes de baño, caminatas largas, ¡Dios mío! ¡Zapatos deportivos! Como odio los zapatos deportivos, los odio.

No soy una típica chica que anda en tacones todo el día o algo así, si eso es lo que creen, pero amo las sandalias, es que a decir verdad, mis pies eran preciosos, pequeños, como los de las princesas Disney, y con deditos gorditos pero no exceso, y me gustaba lucirlos, pero cuando usas zapatos deportivos, los pies Sudán, agarran mal olor y otras cosas, por eso solo e tenido un par en toda mi vida t los uso para las clases de deporte en el colegio.

--¡Espérame!-dijo mi prima, me volteé para mirarla, ella era contraria a mi, en todo.

Ella amaba el deporte, yo no, ella era alta, yo no, ella era bronceada, yo estaba en proceso de ser contratada para actuar como Gasparin. Ella estaba pasada de peso, bueno, yo igual, pero seguía siendo más delgada que ella, su cabello era rubio y el mío oscuro, en fin, éramos contrarias en todos los sentidos.

Casi caigo al suelo por culpa de un balón que me dio en el cuello, me volteé con la boca abierta del susto dispuesta a darle sus pataditas al culpable.

--¡Ay Dios mío! ¿estás bien? Lo siento tanto, soy un estupido, debería usar lentes.-dijo un chico.

Y ¡Ay Dios mío! Digo yo, era tan... Guapo. Por su cuello caían gotas de sudor que lo habían brillar de una manera tan sexy, su cabello era enredado y oscuro, al igual que sus ojos.

--Me duele.-fingí, tocándome él cuello, bueno, en realidad sí me ardía un poco pero no dolía como tal.

--Estas muy roja, lo siento tanto.-dijo el chico, y puso una de sus manos sobre la zona roja entre mi cuello y mi hombro.

--Yo como que también me siento mal.-dijo mi prima.

Perra, me volteé hacia ella mirándola mal, no mamita, este es mío.

--Si, tu mamá me dijo que te acordara de tomarte las pastillas esas.-dije.

--¿Cuáles pastillas?-preguntó ella frunciendo el ceño.

--Esas ya sabes, las que te recetó tu doctor por eso de la clamidea.-dije, su boca se abrió asombrada y yo la mire triunfante.

Ahora sí, no se le iba a acercar.

--¿Estás bien?-volvió a preguntar el chico negando con la cabeza por lo que dije y tenía una tierna sonrisa en sus labios.

--Si, ahora creo que si.-dije.

--Bueno, me avisas si te sientes mal o algo ¿ok?

--¡TOM DEJA DE CHANCEAR MIERDA!-gritó uno de los chicos que estaban a pocos metros en una cancha de fútbol cerca de un lago.

--No esto... Ahhhhg, estupido.--dijo el tal Tom.--Bueno, ya sabes mi nombre, me avisas.-dijo tomando el balón del suelo y señalándome de manera amenazadora con su dedo mientras se iba.

Lo vi marcharse a la cancha con sus amigos.

--Te vas cinco minutos y ya tienes a alguien y después te quejas de que estás sola marica o sea no lo entiendo.-dijo Cynthia, la que no se quería bajar del carro.

María, la del bolso se rió como idiota.

--Cállense que solo fue un golpe.-dije.

Sonó una alarma y una mujer con un megáfono nos decía que fuéramos a formarnos.

Bien, genial, a llevar sol.

Aislados (Tom Holland)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora