12. El recuerdo

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No sabía de dónde sacaba ese coraje tan de repente, tal vez era simple confianza, pero tan solo unos pocos meses después del susto de la lechuza, Alioth no sólo se atrevía a dejar el libro de los Black desprotegido encima de su cama, sino que también bajaba a la sala de la Serpiente por la extraña escalera de su armario casi todos los días. Era verdad que estaba amenazada de muerte por Lucius si la veía haciendo lo que no debía, pero la curiosidad la mataba. Además, un poco de peligro tampoco era malo, solo era una aventura para despejarse la mente, después de tanto tiempo dentro de su cuarto.

Nadie excepto ella había vuelto a esa sala desde aquel día en el que espió la conversación de Lucius y Narcissa, hacía más o menos un año. Y, si nadie había vuelto a entrar, no tenían por qué hacerlo ahora. O eso pensaba.

Un día de verano, cuando Lucius, Draco y Narcissa habían salido de casa para ir al ministerio, Alioth se dedicaba a buscar un libro en especial entre todos los libros que estaban esparcidos por la sala subterránea, uno que le iba a resolver muchas dudas. Pero, lo peor de todo, era que había estado en sus manos una vez, pero lo dejó en algún sitio porque no podía leer su tinta. Descubrió que necesitaba ese libro cuando encontró la palabra "Horrocrux" en un texto de artes oscuras, que hacía además referencia a su creador, Herpo el Loco. Sí, estaba buscando el libro de "Artes Oscuras por Herpo el Loco". Era la única manera de descubrir qué era un Horrocrux y cuáles eran las intenciones de Voldemort.

A parte de buscar el libro de Herpo el Loco también intentó mirar si estaba por algún lado el diario que El Señor Tenebroso le dió a Lucius, ese que le enseñó aquella noche a Narcissa, cuando la niña les estaba espiando. Lo único era que seguramente el diario lo tuviera Lucius muy oculto, no sabía si en esa sala o en otro lugar.

El caso era que encontraba de todo menos justo las dos cosas que estaba buscando: libros de los hechizos más antiguos, oscuros, malvados y terribles que jamás había escuchado; libros de objetos mágicos con propiedades inimaginables; libros de más familias, como la Gaunt o la Malfoy, cuyo contenido no podía leer por motivos obvios; un montón de estatuas de metal extrañísimas, la mayoría en forma de serpiente; y un nuevo libro que le llamó mucho la atención: "Animagia y transformaciones sin varita". Este le recordó que seguía siendo una bruja, aunque no fuera a Hogwarts, y que podría aprender el arte de la Animagia si quisiera. De siempre había sabido que era bastante difícil, pero si su padre lo consiguió (aunque no estuviera registrado por el ministerio) ella también podía, al menos intentarlo. Y, si encontraba una varita en aquella sala, podía llegar a convertirse en una bruja de verdad por su cuenta. Pero de momento lo importante era saber que era un Horrocrux, así que se centró más en buscar el preciado libro y el diario que en hallar una varita. El tiempo no era un problema para ella.

Unas horas después por fin encontró el libro, debajo de una altísima estantería repleta de libros. Se agachó, recogió su preciado tesoro y le pasó la mano por encima para quitarle el polvo. La cubierta estaba igual de vieja que la última vez que la vió: era de cuero marrón y con letras doradas en relieve que deletreaban la inscripción del título del libro. Algunas de las letras estaban despegadas así que, de no ser porque dejaban una sombra más oscura en la cubierta, solo habría podido leer "A tes Oscur s por er o el l o". Esperaba que esa vez pudiera leer el contenido del libro, de lo contrario a cuando lo encontró aquel día.

Abrió la tapa de este y, para su decepción, comprobó que la tinta seguía emborronándose ante sus ojos. Al pasar las páginas pudo ver que en todas era completamente igual y que las sombras de la tinta se deslizaban de un lado a otro sin atreverse a revelar su contenido. Alioth empezó a pasar las hojas desesperada, una a una, en busca de algo legible, algo que le sirviera... Pero nada se entendía, ni una frase, ni una sola letra. Muy frustrada lanzó el libro contra el suelo y se sentó allí con los brazos cruzados. ¿Por qué todo tenía que salirle mal? Empezó a pasarse la mano por el pelo para intentar calmarse, pero con lo que ocurrió a continuación definitivamente no pudo.

Harry Potter y La Mestiza Olvidada ||SEMANAL||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora