23. Dolor, secretos y mentiras

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-Mi nombre de soltera es Elise Janeth Macmillan.- empezó a decir la anciana mujer.- Greengrass viene de mi marido Linton, que en paz descanse.- mientras decía esto miró al cielo, con melancolía.- Soy completamente de sangre limpia y me casé con alguien también de sangre limpia. Mi familia es muy respetable entre la comunidad de magos, aunque no nos metemos con los hijos de muggles y mestizos, como hacen otras familias, que son respetables también supuestamente.- Alioth se acordó de los Malfoy cuando la mujer dijo esto.- Mi vida ha sido muy buena, he sido admirada por mucha gente y muy poca gente duda de mi. He sido profesora de Hogwarts y he trabajado en el ministerio, en el Departamento de Aurores. Mi vida, a simple vista, era admirable y perfecta.- su expresión de repente cambió a una más oscura.- Pero en realidad ha estado llena de dolor, de secretos y de mentiras.

»Empiezo por el principio. Yo tenía un hermano mellizo llamado Connor. A los once años nos llegó nuestra carta de Hogwarts y estábamos muy emocionados, aunque estábamos muy seguros de que no nos tocaría en la misma casa. Éramos muy parecidos físicamente, pero nuestro carácter era completamente distinto: él era muy pesimista y yo demasiado soñadora; él era independiente y trabajador, mientras que a mi me gustaba más estar rodeada de gente; a él no se le daba nada bien hacer magia, pero se esforzaba mucho, mientras que yo podía lograr grandes cosas sin practicar antes siquiera. Yo era inteligente, sacaba muy buenas notas en la pre-escuela, pero a él se le daba mal casi todo y, a pesar del esfuerzo, nunca lograba nada bueno. Notaba su envidia constante en cómo me miraba y cómo se comportaba cuando hablaban de mis éxitos. Y, en la hora de la verdad, el sombrero nos puso, como habíamos supuesto, en dos casas completamente distintas: Connor fue directo a Hufflepuff y yo a Slytherin.

-¿Slytherin?- preguntó Alioth, extrañada.- Creía que todos los Slytherin eran crueles.

-No tiene por qué, querida. Los grandes magos salen de esa casa y la mayor parte del odio entre esta y las demás se debe a la envidia de las otras casas y a que los de la casa de la serpiente se creen muy superiores, pero no siempre es así. No sé si lo habrás oído, pero dicen que en Slytherin encontrarás los amigos que tendrás toda la vida, y en mi caso no tiene nada de mentira.

-¿Te gustaba estar en Slytherin?

-¡Y tanto!- dijo Elise, sonriendo al recordar sus experiencias.- Mis amigos actuales fueron mis compañeros de allí y hasta nos hicimos amigos también de Ravenclaws y Hufflepuffs. De Gryffindor no había muchos que nos cayesen bien, pero eso siempre ha sido así: la competitividad entre las dos casas no hay quien se la quite. Y tú, Alioth, ¿a qué casa te gustaría pertenecer?

A la niña le sorprendió esa pregunta tan de repente, ya que ni siquiera había pensado en la respuesta después de enterarse de que Bellatrix y Rodolphus no eran sus verdaderos padres.

-Pues...- empezó a barajar las probabilidades.- Mi madre fue de Slytherin y mi padre de Gryffindor, así que me gustaría quedar en una de las dos.

-Ay, tu madre... ¿Violet Tonks, verdad?- la anciana parecía saber todo sobre la niña.

-Sí... Pero, ¿cómo sabes eso también?

-¡Oh! ¡Perdona!- Elise empezó su característica risa.- Me he ido de la historia. Después viene eso. Bueno, sigo.

»Mi vida en Slytherin era maravillosa, hice muy buenos amigos y sacaba muy buenas notas, sobre todo en Defensa Contra las Artes Oscuras. Algunos profesores me tenían en un altar, pero no tanto como a un chico de un curso más alto que yo, también de Slytherin. Puede que ya sepas quien es.

-Tom Ryddle.- dijo Alioth, sin pensárselo dos veces.

-En efecto: Tom Ryddle, muy pocas personas saben que ese es el verdadero nombre del Señor Tenebroso.

Harry Potter y La Mestiza Olvidada ||SEMANAL||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora