30. La promesa

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Su habitación estaba como la recordaba: su mesa estaba llena de papeles y libros amontonados y su cama seguía sin hacer. Había algún que otro juguete de su infancia sobresaliendo de un baúl en una esquina y justo en la contraria un gran armario negro se sostenía imperioso. El aire se respiraba tranquilo. Pero no duró mucho.

La puerta se abrió de golpe y Lucius Malfoy apareció tras ella. Alioth miró hacia un lado y se topó con un espejo, pero no con su reflejo, sino con el de un brillante lobo blanco. El armario comenzó a arder. Estaba rodeada, de nuevo. Su libertad se hallaba incendiada otra vez.

Decidió hacer lo que hizo en la última ocasión: saltó en el interior del armario, con la esperanza de que las llamas no la tocaran demasiado. El lobo cayó por un agujero que conocía muy bien y se desplomó sobre el suelo de madera que había justo debajo. Todos los objetos de su tío se hallaban en llamas. Iba a encaramarse a la ventana, para escapar se nuevo, pero esta vez se fijó en algo más.

Una bola de cristal estaba en medio del suelo, pero las llamas no parecían afectarla. Desprendía una luz violeta y en su interior revelaba la imagen de una casa de madera blanca, en una colina. Aquella bola fue provocó el fuego la primera vez, derribando una vela. Pero ahora sabía que tenía otro significado.

Uno mucho más grave.

***

Alioth se despertó sobresaltada. Al principio no sabía dónde estaba, pero al ver las paredes de madera astillada, los muebles viejos y las ventanas tapadas, supo que estaba a salvo.

-¿Qué te ocurre?- le preguntó su padre, apareciendo por la puerta de la habitación.- Estabas muy inquieta mientras dormías.

"Si, por el contrario, mi misión falla, busca la bola de cristal. La dejaré cerca de la niña."

-¡Yo misma vi la bola de cristal! ¡La de la carta de Violet!- dijo Alioth nerviosa, al darse cuenta.- Pero no sabía lo que era entonces.

-¿En serio? ¿Y dónde estaba?- Sirius tenía los ojos como platos.

-El el sótano de la Mansión Malfoy.- contestó Alioth.- Por eso dijo que la dejaría cerca de mi.

"Sabrás que he fallado si te muestra una casa, mi casa."

-Y... Ha fallado.- añadió la niña.- Había la imagen de una casa dentro de la bola.

-Pero ha fallado, ¿en qué?- el hombre se puso pensativo y miró al suelo.

-Ni idea.- le respondió Alioth.- Pero podremos averiguarlo si llegamos al pensadero.

Había pasado ya una semana desde navidad, y todavía no se habían decidido a entrar en el castillo. Los dos estaban muy intrigados por saber toda la verdad, pero no iba a ser una misión fácil conseguirlo: estaban persiguiéndoles a los dos.

-Pues entonces tenemos que ponernos las pilas.- dijo Sirius, decidido.- No te lo he contado, pero entré en el castillo el día de Halloween para ir en busca de Pettigrew. No salió bien el asunto, pero me fue fácil entrar. Esta casa tiene un pasadizo que lleva directamente a los terrenos del colegio. Luego ya entrar dentro es tarea fácil.- el hombre hizo una pausa.- Lo único que no nos vean.

-¿Puedes hacer algo con la capa de espejos?- preguntó Alioth, esperanzada.- Tal vez nos sirva.

Sirius observó el trozo de tela rota que había en una esquina de la habitación.

-Veré lo que puedo hacer.- se acercó a la capa y la cogió entre las manos. Luego se sacó la varita del bolsillo y la sostuvo.- Por cierto, ¿qué tal tus pies? Hasta que no estés bien del todo no podremos ir. Necesito tu ayuda.

Harry Potter y La Mestiza Olvidada ||SEMANAL||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora