16. No quiero ser valiente

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Muchas cosas pasaron a la vez en la cabeza de Draco. El asco que había sentido toda la vida hacia las personas diferentes fue desapareciendo. El odio hacia su padre aumentó. La confianza con Alioth se volvió más fuerte y cercana. Y desde entonces era más maduro, mas coherente: sabía distinguir lo que le convencieron que era malo de lo que era malo realmente. Empezó a sentir pena y remordimiento por su prima, por no haberla creído y por que había estado encerrada durante 1 año en su habitación, sin poder hacer nada, ni siquiera comer o ducharse con normalidad. Y, ni mucho menos, ir a Hogwarts. Ahora lo único que podía hacer era consolarla.

Draco la rodeó con el brazo y ella apoyó la cabeza en su hombro mientras lloraba. En bajito, Alioth decía "Lo siento" repetidamente, pero Draco sabía que ella no tenía por qué pedir perdón de nada.

-Debería ser yo el que tendría que estar arrepentido, y lo estoy.- le intentaba consolar Draco.- Deja de llorar por favor... Intentaremos arreglarlo como sea.

Alioth se secó las lágrimas y se puso de pie lentamente. Luego se dirigió a si primo.

-¿Me prometes que evitarás lo que te he contando?

-¿El qué?

-Lo del basilisco. Promete que protegerás a todos los niños de Hogwarts de ese monstruo, sobre todo a Harry Potter, y que harás lo que sea para que nadie resulte herido.- dijo Alioth, secándose las lágrimas con el brazo. Draco se quedó pensativo.

-¿Lo que sea?- le preguntó a su prima, algo confuso.- ¿Crees que soy capaz de detener a una serpiente gigante? Solo tengo doce años y no sé casi nada de hechizos de defensa. Además, yo no fui el que supuestamente venció un perro de tres cabezas y no sé cuantos hechizos más: ese fue Potter. Él puede defenderse solo.- viendo la cara de decepción de su prima, no supo que decir. Él mismo no podía hacerlo, pero quería ayudar a su prima como fuese. Se sentía muy culpable y la apreciaba mucho.

-Sí Harry se puede defender solo lo único que tienes que hacer es advertirle del peligro que corre.- reflexionó Alioth.- Es así de fácil.

-No me obligues a hablar con él...- le rogó Draco, algo nervioso.- No me cae nada bien... Además ni siquiera me va a creer. Él también me odia, aunque parezca la persona más maravillosa del mundo.

-No tienes por qué hablar con él directamente. Puedes hablar con otra persona para que se lo diga o puedes dejarle una nota... Algo así.- la niña temía que Draco se negara. No había otra manera.- Pero por favor, promételo.

-No sé, Alioth... - Draco seguía sin estar seguro.

-¡Dijiste que lo harías si confiaba en ti!

-Ya lo sé, pero...- el niño bajó la mirada.

-¿Pero?

Draco se quedó en silencio. Parecía que le costaba responder.

-Tengo miedo, Alioth.- dijo al fin.- Puede que tú estés dispuesta a hacer cualquier cosa por los demás, pero se necesita valor para esto. Y yo soy un cobarde.

-Tú no eres cobarde.

-¿Ah no? Lo primero que he hecho en Hogwarts ha sido buscar dos "guardaespaldas" para que cuando me meta en peleas puedan defenderme; A todos los que se meten conmigo les amenazo con llamar a mi padre, que en realidad es el que más miedo me da de todos; Y además, aunque nadie lo sabe ni lo sabrá jamás, tengo miedo de Potter. Auténtico miedo. Si él pudo vencer al Señor Tenebroso, ¿con quién no podrá acabar?- Draco se estaba poniendo muy nervioso.- Alguien como yo no conseguirá nada heroico en la vida, y encima que ahora me has dicho que la sangre pura es igual o inferior que la mestiza o la sucia, me siento todavía peor.- cuando terminó de hablar, Draco se sentó en el suelo con los brazos cruzados y la mirada perdida. Parecía rendido, asustado y, aunque nunca habría querido que le vieran así, acabado.- Creía que al menos era superior a los demás de esa manera.

Alioth no supo que contestar a eso. No se lo esperaba en absoluto.

-¿Sabes? Un día nos castigaron a los cuatro: a Potter, a Longbottom, a Hermione y a mi. El castigo era ir al bosque prohibido para buscar un... ¿unicornio? Bueno, el caso es que yo estaba aterrorizado: todos dicen que en el bosque prohibido hay hombres lobo y criaturas peligrosas. Pero Potter no lo parecía en absoluto: estaba tan tranquilo hablando con el guardabosques, concentrado en todo lo que decía mientras que a mi casi me daba un infarto cada vez que crujía una rama bajo mis pies. Nunca podré compararme con el grandioso Harry Potter, por mucho que Snape diga que la fama no lo es todo. Y eso me fastidia muchísimo.

Alioth nunca se habría esperado escuchar eso de Draco: no sabía que en realidad odiaba a Harry porque se sentía muy inferior a él. Aunque después de todo lo que había dicho cualquiera se hubiera convencido de que era un auténtico cobarde, Alioth no perdió la esperanza: creía en el que había sido su hermano, primo, amigo y compañero desde que entró en esa misma casa.

-Draco... Deja todo eso atrás. Olvídalo.- dijo Alioth, después de un tiempo. - Puedes intentar ser valiente ahora. Lo harás bien, yo creo en ti.

-Alioth en serio... No puedo hacer eso...

-Sí que puedes, y para demostrarlo ayudarás a detener al Basilisco.

-El sombrerito de Hogwarts me habría puesto en Gryffindor si me hubiera visto valiente, y yo soy Slytherin. Y quiero seguir siendo Slytherin.

-¿Después de saber todo esto quieres ser como los que se convirtieron en asesinos?

-¡Yo no soy un asesino!

-¡Entonces demuestra lo contrario! ¡Salva a Hogwarts!

-Alioth... En Slytherin siento que soy alguien, siento que puedo superarlo todo. Si ser valiente significa abandonar mi casa, prefiero seguir siendo cobarde.

-¡Yo no te he dicho que abandones tu casa! ¡Solo quiero que me ayudes! ¡Que ayudes a todo el colegio!- Alioth ya se estaba alterando.- ¿Es que no lo entiendes? ¡No nos queda otra! ¡Si nos quedamos de brazos cruzados Voldemort volverá y nadie quiere eso, ni siquiera...!

En ese momento, un sonido desde luego conocido para Alioth empezó a abrirse paso: un sonido de viento contenido en un pequeño espacio, seguido de las frías pisadas de un hombre en el suelo de la sala. El típico sonido de la aparición.

La aparición de Lucius Malfoy de nuevo.

Alioth estaba paralizada. Su reacción más acertada fue agacharse, mientras que Draco, que sabía a lo que se arriesgaban, tomó el riesgo. Se puso en pie de tal manera que ocultaba a la niña casi completamente, dispuesto a llamar la atención de su padre.

Cuando Lucius estuvo allí completamente, su mirada quedó puesta en el pálido niño de ojos grises que se hallaba justo delante de él. Este se mordía el labio con fuerza, esperando lo peor. Pero no ocurrió nada más malo de lo normal: sin fijarse en la niña que estaba oculta tras una montaña de libros, Lucius agarró bruscamente a su hijo del brazo y desapareció con él, dejando a Alioth sola de nuevo.

Después de aquello, no volvió a ver a Draco.

***

Después de varios días en soledad en su habitación, la niña encontró la mejor manera de llevar a cabo su plan. Y, aunque no había dejado bien clara su aprobación, seguía confiando en que Draco también haría algo.

Su idea era tan simple como usar algo que durante muchos años no había dado importancia y hasta había recibido burlas y desprecios por su parte: el elfo doméstico.

Desde que descubrió en un libro que los elfos se podían aparecer en cualquier parte cuando le llamasen, Alioth tenía más que claro que era una opción muy buena para ponerse en contacto con el famoso Harry Potter. Así que llamó a Dobby, que apareció con un chasquido, y le pidió la siguiente orden:

-Debes decirle a Harry que tenga mucho cuidado en Hogwarts.- le explicó la niña.- Si ves que no te hace caso, evita que vaya directamente. Y por favor, lo más importante es que Lucius no se entere de nada.

El viejo Dobby al principio se negó rotundamente: no podía desobedecer a su amo. Pero cuando Alioth le contó quién era Harry y de qué se trataba el peligro, el elfo no lo dudó ni un momento y accedió a ayudar.

Ahora solo quedaba esperar.

Harry Potter y La Mestiza Olvidada ||SEMANAL||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora