Un café y mil estrofas

Autobiografía en prosa

Sentada a solas en el silencio sepulcral de una noche de insomnio,

me dispongo a analizar este enigma de huesos y carne que tengo frente al espejo.

¿Quién soy?
La verdad ni yo misma lo comprendo a veces.

Nací al final de la primavera, justo a mediados de los ochenta.

Crecí escuchando la guitarra de Slash desgarrar las bocinas de los reproductores de casete, y a El Gran Combo los domingos con media familia a rastras.

Mi lugar preferido, la marquesina de mi tía y dónde descubrí que era mas diestra inventando historias que interactuando con los otros.

Soy un manojo de nervios y un torbellino de ideas andante.

Pasé media vida esperando el nuevo libro de Harry Potter y solía amar el pop.

Mi concentración se limita a caminar y respirar, lo demás que lo decida el destino.

Mi color favorito es el violeta, creo que la música es vida, me trazo metas y no descanso hasta verlas cumplidas.

Soy demasiado libre, si tratas de amarrarme, de encerrarme en una cajita de cristal romperé todo lo que sea posible para correr lejos de ahí.

Mis mayores defectos son; alejar lo que más amo, resulta que soy nómada  y no sé decir adiós.

A veces suelo olvidar que existe la palabra no, y puedo expresarme mejor mientras escribo.

Defiendo la patria, las injusticias y la lluvia me pone de mal humor, aunque adoro el olor que esta deja tras de si al caer al suelo seco.

Amo de manera intensa, entrego todo, quizás más de lo que debería.

Detesto el olor a tabaco y las discusiones sin sentido.

No me odies, tampoco me ames demasiado, podría resultar peligroso.

Mis tentaciones predilectas: el café en las mañanas, el vino, una guitarra acústica y un trovador de bares, el olor de las páginas de un libro, los cuadernos de notas y perderme en los recovecos de mi mente.

Mis debilidades mas profunda: el chocolate y la retórica perfecta.

No soy de otro mundo, simplemente me encanta más volar que pisar el suelo y eso... siempre resulta problemático.