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Al llegar a los cuarteles generales, me sorprendió ver tanta gente ahí. Escucho ruido, y entonces trato de enfocarme, unos hablan de que están emocionados, otros ya están dudando de su decisión. Por mi parte, sigo firme en mi deseo.

Anteriormente habíamos recibido una chaqueta con símbolos de espadas, y pantalones blancos que serían parte de nuestro uniforme, además de botas.

Nos alinean en la formación, y apenas presto atención a mis compañeros, pues cuando un hombre calvo y de tez bronceada se acerca a nosotros, comienza a gritar como modo de habla. Va uno por uno, preguntando la razón de estar aquí; querer ser libres, luchar contra titanes, servirle al rey... y un chico en especial llama mi atención, él aseguró que exterminaría a cada una de esas bestias de la faz de la Tierra. Su determinación llega a resultarme exagerada, y otros tantos también se incomodaron.

Yo solo quiero ir a Sina, y servir al rey, sin arriesgar mi vida como los suicidas que quieren unirse a la legión del reconocimiento.

— ¡Tú! — el hombre se dirige a mí, a paso veloz — ¿¡Quién demonios eres!?

— Mi nombre es-

— ¡No te escucho!

— ¡¡Mi nombre es TN Hale, señor!! — tengo que gritar con todas mis fuerzas. Vaya, se veía más sencillo cuando otros lo hacían.

Se detiene unos segundos. — ¿¡Hale, como el general Thomas Hale!? — y ahí está mi árbol genealógico haciendo aparición.

— Eh... ¡Sí, señor! — exclamo, algo insegura de como contestar a eso — Era mi abuelo.

Thomas, quien comenzó la tradición de ir a Sina. Lamentablemente murió, no porque sirviera a la humanidad, fue por una enfermedad de sus malos hábitos alimenticios y vicios. Antes de eso, sin embargo, fue muy reconocido y aclamado (por la mayoría) por sus estrategias y formaciones para la guardia del rey. Odiado también, pues fue él junto con otras personas que enviaron esa expedición a María que mató a cientos de civiles.

Era obvio que habrían personas aquí que perdieron familiares o amigos en esa expedición, y lo confirmé por como algunos me miraron. Debí cambiarme el apellido.

— ¿¡Y qué haces aquí!?

Mi hermana me preparó para esto, en una de sus cartas — ¡Estoy aquí porque quiero servirle al rey, y protegerlo!

Sí, claro, recibí más miradas incómodas.

Nos dan un breve acondicionamiento físico para prepararnos a lo que vendrá. La resistencia no es mi mejor fuerte, pero pude aguantar bastante bien, a comparación de otros que se cansaron más.

Luego fuimos al comedor a cenar y "socializar"

— ¿Entonces es cierto que tu abuelo era–

— Sí — le interrumpo, haciendo una mueca con mi boca —, ya sé, fue genial u horrible para ti. Adiós.

— Y si fue tan popular, ¿por qué quieres ir a Sina?

— Pues de seguro morirás del miedo al ver un titán... y por eso quieres ir a–

Aunque me gustaría golpearlo, sé que probablemente carezco de fuerza física y si hay una pelea va a humillarme de mil maneras. Nunca fui tan fuerte como otros, pero hay algo en que puedo destacar.

No te enamores (EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora