Al día siguiente despertó como siempre. No sé si se había olvidado de que hablaría con su nueva amiga y podría ser una oportunidad para dejarse de sentir triste por la mudanza de su gran amigo. Se dirigió a la cocina y como siempre sacó dos naranjas de la despensa del departamento en el que vivía e hizo con ellas un exquisito jugo de naranja. Tomó unas tostadas que había comprado hacía ya un día y medio en la tienda de al frente del edificio. Un poco de mortadela y queso acompañaban muy bien a sus tostadas. Tocaron las nueve en la Catedral y se metió a la ducha para luego cambiarse y dirigirse a la UDEP.
Tomó sus llaves, tanto de casa como de su moto y partió a la casa de estudios. En el camino pensaba en cómo serían las clases en su segundo día de su cuarto ciclo, cuando... "M..., la gasolina..." Lo bueno que quedó varado al costado de un grifo cercano a la U.
-Por favor caballero: diez soles de noventa.
-¿Boleta o factura? – Preguntó el cansado trabajador.
-Una boleta por favor. Cóbrese y gracias.
Salió lo más a prisa a su cercano destino. Enseño su carnet al portero e ingresó. Dejó la moto en el estacionamiento y se dirigió pensativo a su clase, como si olvidase algo.
-Oye oye, solo una vez hablamos y no me saludas... - Le dijo la chica que lo perseguía unos metros.
-¡Fiorella!, que tal, discúlpame, es que venía pensativo. No recuerdo algo. Creo que se me quedó algo en casa o en algún lado.
-¿No será esto? – y al instante sacó de su bolso un libro. ¿Un regalo para Johan? ¡Claro! ¡"Cien años de soledad"!
-Sí, era ese. Pero como tú...
-Bueno, ese día que nos vimos también iba por unas bebidas: Un vino, un vodka y unas gaseosas, y fui adonde estabas tú y, como parecías experto en vinos, pensé en comprar el mismo; pero justo cuando llego, me topo con la sorpresa de que tu libro estaba en el mismo lugar donde estaba el vino que compraste. Así que me lo llevé y pensaba en entregártelo, pero ayer no recordé que lo tenía. Y hoy te lo entrego como un "regalo"...
-Jajaja, gracias Fiorella. De verdad que en el camino me sentía pensativo y no recordé nada. Gracias Fiorella, mil gracias.
-No te preocupes. Bueno voy con mis compañeros. Hablamos luego.
-Listo, cuídate y de nuevo gracias.
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Los años y el Esclavo
RomancePrólogo del relato Me pareció buena idea escribir sobre lo que alguna vez transcurrió en aquellos hermosos, grises, despejados y tormentosos años; como lo vivió el gran Johan, que bien podía aparentar ser un adulto muy bien formado, maduro para su n...