-Sucede que en los últimos días, mejor dicho en las últimas setenta y dos horas, me han pasado un montón de cosas. El día de la fiesta para Fiorella, me saca a bailar. Sabes que no me gusta bailar la música que está de moda hoy; pero me miró a los ojos y...
-Te enamoraste
-Sí. No sé cómo no me di cuenta antes, pero desde esa noche ando medio raro. Ahora, ayer vi que tenía llamadas perdidas suyas, la voy a ver a su casa: no estaba; se había ido a mi departamento, y allí le hice una escenita de celos.
Su madre lo miró, se sonrió y continuó escuchándolo.
-Salimos todo el día después de ello y al fin del día me sentía mal. Le dije que si se podía ir sola y me recordó que ella es mayor que yo. Me siento tan extraño en sentir algo por alguien que es mayor que yo.
Calló un segundo, su madre lo reflexionó, lo meditó y le dijo:
-Johan, ¿recuerdas tú la historia del fantástico mago?
-Hace mucho que me la contaste que ya no la recuerdo.
-Bueno, había un mago que era muy hábil para sus hechizos, pero su única debilidad era encantar a los dragones, por ser más grandes que él. Un día decidió encantar al dragón que atemorizaba su pueblo. Sufrió mucho porque debía experimentar con sus pociones y encantamientos cerca del dragón. Regresaba a su casa con muchas quemaduras, hasta que el día que se rindió, accidentalmente pronunció una palabra indescifrable que acabó encantando al dragón y este, a su vez, terminó obedeciéndole.
-Ahora si lo recuerdo.
-Pues lo mismo te está pasando. Ella quizá te pueda parecer inalcanzable, pero no lo sabrás hasta que lo intentes. Y si no llega a ser para ti cuando lo intentes, en el momento en que te rindas, ella será quien te buscará. Tenlo por seguro.
-Tú siempre sabes que decirme...
-Pues soy tu madre. Vendrás pasado mañana, supongo.
-Espero que sí. En el trabajo hasta el viernes trabajé. Se acabó el contrato, así que buscaré trabajo mañana y tengo que prepararme para los últimos exámenes en la U.
-De todas maneras, tu regalo ya está listo, pero espera a que llegue el miércoles.
-Gracias por tu tiempo, por las palabras y gracias por la sorpresa para mi día. Cuídate y te veo luego.
-Cuídate hijo. Dios te acompañe.
Se quedó un rato conversando con su padre en la sala, dejando a su madre en la habitación. Luego se despidió de todos y dejó la casa para ir directamente a su departamento.
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Los años y el Esclavo
RomancePrólogo del relato Me pareció buena idea escribir sobre lo que alguna vez transcurrió en aquellos hermosos, grises, despejados y tormentosos años; como lo vivió el gran Johan, que bien podía aparentar ser un adulto muy bien formado, maduro para su n...