Sólo se acostó en el sofá del departamento y pensó en lo que pasaba, en lo que pasó y en lo que podría pasar. Escribió o dibujó algo en una hoja que estaba encima de su mesa de sala: Fiorella, en letras burbujas; como a él le gustaban hacer las letras.
Dejó su sala y se echó en su cama, y no pudo dormir. Daba vueltas en la cama, recordaba lo pasado, se estiraba y se hacía un boyo como cuando pequeño. "¿Qué me pasa?"
Y más o menos a las tres de la madrugada se cansó y se quedó profundamente dormido...
Domingo, once horas con dieciséis minutos.
Una llamada perdida de Fiorella. "Pucha... Espero que no haya sido nada urgente, porque si no..."
Salió hacia la casa de Fiorella. No estaba. "¿Y dónde podrá estar?"
Regresó a su casa y...
-Te fui a ver a tu casa y no estabas allí. – Se lo dijo como reclamándole y haciendo una escena de celos.
-Cálmate. Te llamé y no me contestaste. Vine a verte para salir, pero como estás todo hecho furia, mejor lo dejamos para otro día... - le dijo una extrañada pero muy firme Fiorella a Johan
-Perdón, es que me asusté cuando no me dieron razón de ti en tu casa.
-Bueno. Pero no vuelvas a hacer eso otra vez o la gente pensará mal.
-Está bien. Me venías a ver para salir, me parece.
-Sí. Hagamos algo que me aburro de estar en casa y de estar parada aquí.
Y todo ese día se lo pasaron juntos. Ambos unidos por la amistad. Johan separado por el amor o su deseo de conquistarla. Fiorella reía por todo y se ponía seria en cada momento.
-Johan, se acerca tu día, por cierto. ¿Has pensado que es lo que quieres para ese día?
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Los años y el Esclavo
RomancePrólogo del relato Me pareció buena idea escribir sobre lo que alguna vez transcurrió en aquellos hermosos, grises, despejados y tormentosos años; como lo vivió el gran Johan, que bien podía aparentar ser un adulto muy bien formado, maduro para su n...